Hoy tenemos el privilegio, como Asociación de Industrias, de reconocer, a través de Galardones, a una industria: Grupo SID, a una institución de apoyo: ADOEXPO, y a un industrial, mi padre: Celso Marranzini. Les distingue a todos ellos el trabajar para fondos largos, no para el corto plazo, y lo han hecho con éxito destacado. Son ejemplos para tomar en cuenta, a imitar. Nos sentimos orgullosos de ustedes y agradecidos por su ejemplo.
Hoy, señor Presidente, su Gobierno cumple 100 días. A los industriales nos entusiasma Su Visión y valoramos positivamente propuestas y hechos en este corto período, empujando el necesario balance entre el cuidado de la salud de las personas y la imprescindible reactivación de nuestra economía. Una visión que tiene, de trasfondo, una propuesta de nación, al usted declarar la industrialización como una prioridad nacional envió un mensaje claro y contundente. La Mesa de la Industrialización, liderada por el Ministro de Industria y Comercio, Víctor –Ito- Bisonó, es el espacio que ha de elaborar estrategias y planes para que la reindustrialización del país sea un logro de todos. Esté seguro de que su Gobierno pasará a la historia por sentar las bases para el crecimiento sostenido y duradero de República Dominicana, basado en la industria, tras la crisis provocada por la pandemia.
La Cuarta Revolución Industrial, que ha acelerado su ritmo con la pandemia, es una oportunidad única para recuperar el dinamismo de nuestro crecimiento económico y hacer los cambios necesarios para continuar la expansión de nuestro Producto Interno Bruto de forma sostenida. El incremento de la competitividad y la creación de mayor valor agregado son requerimientos de primer orden.
En los últimos 25 años, a pesar de circunstancias adversas, el sector manufacturero se ha manifestado como el más estable y resiliente en su crecimiento. Ha garantizado al país contar con seguridad alimentaria y capacidad de producción para abastecer bienes esenciales. Algunos datos revelan nuestro peso como sector.
Alrededor del 11% de la población ocupada está en el sector Industrial. El salario promedio de la industria nacional es –según datos provenientes de la TSS- superior al pagado por otros diversos sectores de la economía. A nivel general, el empleo formal alcanza a 5 de cada 10 empleos. En el sector industrial, dicha proporción alcanza a 7 de cada 10 empleos.
El crecimiento de la productividad de nuestras industrias ha sido notable y decisivo para impulsar el crecimiento de la economía nacional en general. En parte, esto ha sido posible gracias a la aplicación de la Ley 392-07 de Pro-industria, que facilitó la inversión en tecnología hasta el pasado año. Los resultados de la reinversión de utilidades en la adquisición de maquinarias y equipos industriales se pueden ver en la modernización de nuestras empresas industriales, en sus productos y en las exportaciones. Por ello, esperamos que próximamente nuestro Congreso Nacional apruebe la renovación de este importante instrumento de desarrollo, para la atracción de inversiones y generación de empleos.
Nuestras industrias, en fin, cuentan con la mayor capacidad para la generación de empleos formales y de calidad, tienen un gran potencial para aprovechar mercados amplios, generan economías de escala, establecen encadenamientos productivos con otros sectores de la economía como agropecuaria, turismo, zonas francas, y constituyen un espacio privilegiado para la innovación, la transferencia de conocimientos y la difusión tecnológica, entre otros factores que hacen del sector un orgullo de todos los dominicanos y que justifican el considerarlo como prioridad nacional.
Nuestro sector ha crecido de forma saludable y constante durante el último cuarto de siglo, pero tenemos el reto de crecer POR LO MENOS a la par de la economía dominicana en su conjunto. Este es el reto que tenemos por delante: crecer haciendo crecer a la agricultura, al turismo, a las zonas francas, a la minería. Porque si crece la industria crece el país. ¡Ese es el reto!
Recientemente, la mayoría de los países se han puesto como meta doblar el crecimiento de PIB, a través de su industria manufacturera en diez años.
Existen buenos ejemplos a seguir. Es sabido por todos que, a principios de los sesenta, Corea del Sur era una nación pobre, recién salida de una guerra civil, con una débil base industrial y una matriz exportadora anclada en recursos naturales, particularmente en pescados y cereales. Su PIB per cápita era menor al de la República Dominicana de entonces.
A mediados de los setenta, iniciaron el giro hacia las exportaciones y abandonaron las medidas de sustitución de importaciones. A cuarenta años de aquel giro, es evidente que Corea del Sur experimentó uno de los cambios sociales y económicos más radicales de la historia económica moderna. De exportar cereales y pescado, pasó a exportar maquinarias eléctricas, autos y tecnologías de información ¿Qué puede explicar que un país más pobre que RD pudiera avanzar de manera tan dramática en su desempeño económico y social? Si bien hay un factor cultural, la clave de su éxito no fue su integración al mercado mundial, sino que diseñó desde el Estado un proyecto de largo plazo, encaminado a movilizar recursos hacia sectores intensivos en conocimiento y valor agregado.
En otras palabras, Corea se integró en forma estratégica, con el objetivo de construir nuevos sectores industriales. Estamos en 2020 y la pandemia del Covid-19 ha evidenciado con claridad cómo la industria dominicana ha respondido de modo certero y oportuno ante la sociedad, abasteciendo el consumo de alimentos y productos de primera necesidad casi en su totalidad, reteniendo fuentes de trabajo y mostrando la gran capacidad de resiliencia y la importancia que tiene. Pero también, ha dejado al descubierto la cruda realidad de nuestras carencias industriales.
Ahora nos toca caminar hacia la reindustrialización, hacia la Industria 4.0, hacia estrategias de economía circular, la transición energética y la transformación digital. Una reindustrialización que ha de marchar con las riendas tensas, con rapidez y flexibilidad, y que ha de sustentarse en el conocimiento. Una reindustrialización que requiere mirar a largo plazo, pero actuando en lo inmediato, a corto y mediano plazo, sabiendo que es un proceso continuo de aprendizaje.
Hoy más que nunca el sector privado, el Gobierno y toda la sociedad estamos llamados a colaborar, definir, participar, implementar un modelo sistémico sustentable, un proyecto-país de largo plazo.
Estamos llamados a definir nuestras aspiraciones y ponerlas en prácticas. A establecer con claridad nuestra visión. La Mesa Presidencial de la Industrialización es una oportunidad que debemos aprovechar como punto de partida para un camino que ha de durar años, pero que ha de empezar ahora y debe avanzar sin quedarnos en definiciones, pasando a la acción, a los planes, a una estrategia ganadora y definida, hasta llegar a ser reconocidos como potencia industrial del Caribe.
Tenemos confianza. Hoy les quiero hacer una invitación a mirarnos en el largo plazo, a que soñemos un país moderno, inclusivo, sustentable, con igualdad de oportunidades. Pensemos en grande… escribamos entre todos un relato del país que queremos y pongámoslo en práctica. Trabajemos para decir con orgullo: Esta es nuestra nación, esta es nuestra industria, para proclamar con entusiasmo: somos la potencia industrial en la región; para establecer en la conciencia de cada dominicano y dominicana el orgullo de lo HechoenRD.