Los del pasado y sus cajas de resonancia o bocinas, apostaron a que desacreditarían a la Procuraduría General de la República, cabeza del ministerio Público.
En tono zumbón le ponían comillas al concepto de que encabezado por las distinguidas magistradas Miriam Germán y Yeni Berenice Reinoso, el ministerio Público es “independiente”, decían con un dejo de burla.
Cuando se vio que investigaban por corrupción a funcionarios de diferentes administraciones, incluyendo de la actual, cambiaron el chucho.
Empezaron entonces a meter cuñas para distanciar a ambas magistradas. “Guerra en la Procuraduría, división entre Miriam y Yeni”, agitaban en las redes, “mostrando” incluso documentos como supuesta evidencia de la división.
El pasado pasó, después, a desacreditar la instrumentalización probatoria de las imputaciones por corrupción. Insuficientes sus alegatos, y derrotado su discurso contra el ministerio Público y la calidad de las imputaciones, se concentraron en descalificarlos por faltas “al debido proceso”.
Han usado las técnicas del sensacionalismo comunicacional, partiendo de que la gente y su morbo son siempre pasto de manipuladores profesionales que bombardean a través de la TV, dispositivos celulares y las radios de los automóviles.
Recientemente montaron lo que el comunicador y exdiputado y dirigente del PLD, Domingo Páez objetivizó como “una conspiración política de la oposición”, para desarticular a la Cámara de Cuentas, CC, que tiene en su poder auditorías soportando expedientes anticorrupción contra pasados funcionarios.
Esas auditorías fueron elaboradas en la anterior directiva de la CC y el presidente y otros integrantes plantean que deben ser validadas por la actual dirección debido a evidencias de que han sido “maquilladas” o ajustadas para hacer desaparecer huellas de dolo.
Otras integrantes de la Cámara insisten en que sean publicadas tal como fueron “maquilladas”, y en esa lucha supuestamente han acusado a quienes le llevan la contraria de “acoso laboral”.
Acoso laboral, se dice que dicen, pero cuando describen las acciones hablan de “invitaciones indebidas”, dejando caer que se trata “en realidad”, pero sin sustentarlo claramente, del pecaminoso, sensible, delicado y alarmante acoso sexual.
El mismo recurso con el que sacaron de su puesto de trabajo al meritorio técnico Leonardo Faña, demostrándose luego un “no ha lugar”, que como él dijera se trató de un recurso político usado contra él y el gobierno del PRM.
Esa conspiración también se ha caído, gracias a los testimonios de la integrante de la Cámara de Cuentas, Elsa Peña Peña, y el presidente del Senado, respetable ciudadano Eduardo Estrella. Todo el laborantismo no ha servido más que para incriminar más a los que en materia de corrupción e impunidad le huyen a la justicia como el diablo a la cruz.
Dios es grande.