Cada vez son menos, y sus dominios, geográfico-policiacos, agonizan: la primavera árabe -a pesar de su influencia exógena-mediática- fue el inicio; y ahora, con la huida de Bashar al Assad -exdictador en Siria (aunque, al respecto, algunos piensen no saber si el cambio, quizá cierto, no fue más que la llegada al poder de una etnia-fundamentalista-religiosa, que resultará peor que lo que había; pero, contrario, creo, que, por lo menos, se puso fin a medio siglo de una dictadura-dinastía. Y por algo se empieza), todo indica que, en consecuencia y por extrapolación sociohistórica, los días de Ortega, Maduro y la situación actual en Cuba, están contados y que nuestro hemisferio, por fin, se encamina a salir de los últimos reductos de regímenes represivos, asesinos y conculcadores de libertades públicas. Ya era hora.

El último zarpazo político-“constitucional” de Ortega anuncia el quiebre demencial de un régimen-dinastía que resulta insostenible en la quimera de un relevo político-conyugal degradante que no podrá evitar el colapso inminente por más simulacro de “estabilidad” y despojo insólito de ciudadanía como recurso expedito de eliminar oposición y voces críticas-contestatarias que ya ni familiares o allegados distingue. A propósito, no olvidemos que Trujillo, en sus días postreros, quiso ser el Santo Papa o vicario de Dios.

De Maduro, ya ni el pajarito -de embrujo aquel- le funciona y la elección que se robó le durará poco, aunque parezca lechuga en diciembre y quiera obviar el destino de Assad o Kadafi -será su opción- que le aguarda en su obnubilación de días contados…

Canel, en Cuba, si quisiera, podría facilitar una transición democrática y llenarse de gloria; pero es poco probable; y por ello y el entorno -“comunista”-corrompido-, no podrá zafarse o sacudirse del final rutinario e histórico de un régimen -represivo-policiaco- carcomido, hasta los tuétanos, por una eternidad que ya no aguanta más en un país que se cae a pedazos, calcinado de hambre y obsolescencias hasta lo inimaginable….

En fin, la lógica histórica de la dialéctica no miente: los dictadores en nuestra América tienen los días contados, y el que quiera perpetuarse, a pesar de momentos-medidas acertadas, elecciones y régimen de excepción ilimitados, como Bukele, también lo irán (uno espera que Bukele -democrático, a su manera, con tendencia autoritaria, no se puede negar- se preserve y no caiga en tentación: 2029, a casa y misión cumplida). El pueblo salvadoreño no volverá atrás: ni maras ni dictadores…Bukele lo sabe….

Dictadores en caída libre, es lo que estaremos viendo (2025) y protagonizando por estos lares, así como vimos la llegada triunfal de Fidel (1959), el triunfo sandinista (1979) y el chavismo insurrecto (2002) que, sin Maduro -caricatura-hazmerreír-, pronto tendremos otra primavera más democrática, justiciera y promisoria.

Que apuren esas caídas y se agite la esperanza! !Falta poco! ¡Vamos!

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