Esta misma semana, los y las colegas del Departamento de Cuentas Nacionales y Estadísticas Económicas del Banco Central, a través de un documento publicado en la sección Página Abierta del sitio web de esa institución, ripostaron algunas ideas que planteé a propósito de las cifras sobre empleo y la mención de ellas que hizo el Presidente Medina en su reciente discurso del 27 de febrero.
La mayor parte del documento destaca, de una manera muy parecida a la que lo hice en mi artículo, la reducción observada en la desocupación en el país entre 2014 y 2018, usando cualesquiera de los cuatro indicadores de desempleo que la nueva Encuesta Nacional Continua de Fuerza de Trabajo (ENCFT) permite estimar. Vale reconocer nueva vez, la riqueza de datos que tiene esta reciente encuesta y el esfuerzo desplegado por los colegas para hacer posible que dispongamos de datos más continuos y de más calidad sobre el mercado de trabajo dominicano que los que tenía la vieja Encuesta Nacional de Fuerza de Trabajo (ENFT).
Sin embargo, en el documento se aprovecha la ocasión para rechazar dos ideas del artículo. La primera es que las cifras que el Presidente Medina mencionó sobre el total de empleos creados entre 2014 y 2018 (770 mil) no puede ser constatada a partir de los datos que hasta el momento había publicado el Banco Central.
La segunda es la extrañeza que expresé respecto al inestable comportamiento del crecimiento la Población Económicamente Activa (PEA). El comportamiento de esta variable es muy relevante porque incide directamente en la estimación del resto de los indicadores, en particular en la desocupación. Si hay un problema allí, se pueden generar sesgos que comprometan la calidad de los resultados.
Reconociendo un error
En el citado artículo argumenté que una revisión de los datos que resultan de las encuestas de fuerza de trabajo y que publica el Banco Central en su página web no permiten concluir con las cifras que ofreció el Presidente. En el documento, los colegas del Banco indican que no utilicé las cifras correctas al calcular el total de personas ocupadas.
Y tienen razón: por error, no usé el dato correcto, el referido específicamente al número de personas ocupada en el tercer trimestre de 2012. Al replicar el ejercicio con cuidado, se observa que el total de personas ocupadas en ese trimestre alcanzó 3.8 millones de personas mientras que en el tercer trimestre de 2018 alcanzó algo menos de 4.6 millones, para un incremento de algo más de 730 mil personas ocupadas. No es difícil imaginar que, en el último trimestre del año, el número de empleos creados haya sido lo suficiente como para alcanzar la cifra indicada por el Presidente en su discurso.
En este punto, solo instaría, de nuevo, a publicar en forma de series continuas desde 2000 hasta 2018, todas las variables e indicadores para los que sea posible encadenar los resultados de la ENFT y los de la ENCFT, acompañado de los respectivos documentos metodológicos. Esto es relevante, aún sea el caso en que sólo sea posible para la fuerza de trabajo ocupada.
El comportamiento de la PEA
Adicionalmente, en la pieza publicada por el Banco Central, los colegas del Departamento de Cuentas Nacionales y Estadísticas Económicas se muestran extrañados de mi sorpresa de que el crecimiento de la Población Económicamente Activa (PEA) se comporte de forma tan inestable como lo indican los datos de la ENCFT.
Al respecto indican dos cosas. La primera es que en ese comportamiento inciden muchos factores como la dinámica demográfica, las migraciones y las competencias laborales y que éstos explican esos cambios. Sin embargo, la mayoría de los que menciona, y los que yo mismo mencioné en mi artículo como la escolaridad, parecen cambiar a largo plazo y no a corto plazo.
Precisamente por eso es por lo que otros investigadores del tema han externado preocupaciones similares. Jefrey Lizardo, especialista en el tema, en su artículo “Medición de los indicadores del mercado laboral: una revisión crítica”, publicado en el libro “Empleo y Mercado de Trabajo en la República Dominicana 1991-2013” apunta lo siguiente: “Si se observa con detenimiento el comportamiento de las tasas de crecimiento de la PET según lo datos del BCRD, éstas muestran un comportamiento errático que no es propio de la dinámica demográfica de un país en condiciones normales” (p. 16). De la Población en Edad de Trabajar (PET) se desprende la PEA. Lizardo se refiere a los resultados de los datos de la vieja encuesta (ENFT).
La segunda observación de los colegas es que en otros países de la región se da el mismo fenómeno, y que ese comportamiento no es extraño. Y efectivamente, una revisión de datos para otros países indica que, contrario a la suposición teórica inicial y como lo indica la pieza del Banco Central, el crecimiento de la PEA no es necesariamente estable.
Con datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el período 2012-2017, calculé las tasas de crecimiento medias de la PEA para 10 países de la región (en algunos los datos estaban disponibles hasta 2018 y los usé), y la desviación estándar de esas tasas para ese período. La desviación estándar es un indicador sencillo que refleja el grado de estabilidad de una serie de datos. Los resultados apoyan el argumento de los colegas. En Chile y Perú la PEA creció con más estabilidad que en República Dominicana, pero en otros como Colombia, Costa Rica, Ecuador y Guatemala, lo hicieron de forma más inestable.
Una mirada más dura
No obstante, esta observación empírica no es suficiente como para restarle méritos al asunto y merece una mirada más detenida por parte de los y las especialistas.
Los datos del crecimiento de la población en edad de trabajar (PET), esto es, la de 15 años y más, recogidos por la nueva ENCFT continúan siendo inexplicablemente inestables. Entre fines de 2014 y fines de 2018, hay cuatro trimestres en los que la PET decrece, mientras en otros 5 trimestres el crecimiento es alto: superior al 0.8%. Si la estimación arroja que el crecimiento de la PET es inestable, también lo será el del crecimiento de la PEA. Y eso tiene implicaciones para todas las estimaciones sobre el empleo. Distinta de la PEA, en la que las decisiones de las personas de buscar o no trabajo influyen, la PET está determinada por la dinámica poblacional de largo plazo que depende de los nacimientos y la sobrevivencia.
No es la intención de este comentario desmeritar los resultados ni el trabajo, sino llamar la atención y motivar la discusión y la pesquisa.
Además, en el documento los colegas indican correctamente que el incremento en la PEA no es solamente el resultado de la incorporación de nuevas personas en la búsqueda de trabajo, como se infiere de mi artículo. Aclaro que recurrí a ideas simples para facilitar la comunicación y el entendimiento del público amplio.
Reitero mi agradecimiento, hecho inicialmente a través de las redes sociales, a los colegas por advertirme sobre el error en el número total de empleos y por plantear su postura sobre el comportamiento de la PEA, algo crucial para las estimaciones.
Esta última discusión, sin embargo, se trata de una inacabada y requiere de mayores esfuerzos para dilucidar las dinámicas que subyacen o por mejorar las metodologías de captura de datos.