En este año ha habido buenas noticias económicas en el frente externo: el ritmo de crecimiento de las exportaciones de bienes terminará siendo más elevado que lo que hemos visto en el pasado reciente. Esto ayudará mucho a amortiguar el impacto del aumento de la factura petrolera.
Una proyección lineal del valor exportado hasta diciembre, a partir de los datos entre enero y septiembre, sugiere que en 2018 las exportaciones podrían superar los 11 mil millones de dólares, casi 900 millones más que en 2017. Una proyección lineal es una estimación que se basa en el supuesto de que el mismo ritmo de crecimiento que se ha registrado entre enero y septiembre respecto al mismo período del año pasado se va a mantener para el resto del año.
Esa proyección lineal indica que en 2018 la tasa de crecimiento de las exportaciones sería de 8.7%, más de dos veces y media el ritmo de crecimiento promedio anual observado entre 2012 y 2017. En el Observatorio Dominicano de Comercio Internacional (ODCI) habíamos proyectado, con datos hasta el primer trimestre del año, un crecimiento de entre 4% y 5%. Sin embargo, estos números quedarán claramente superados.
Este artículo tiene dos propósitos. Primero, explicar ese comportamiento en términos del desempeño exportador de productos específicos y de los factores que podrían estar detrás de ello. Segundo, poner en perspectiva ese comportamiento a la luz de los datos de los últimos años.
¿Cuáles sectores? ¿Cuáles productos?
La pregunta inmediata que surge al ver los datos de 2018 es: ¿Cuáles sectores y productos explican ese crecimiento? Casi todo es explicado por las exportaciones de productos manufacturados, especialmente de zonas francas, pero también de la industria nacional.
Las exportaciones de zonas francas, que en un 97% es manufacturas, explicaron algo más del 60% del crecimiento, y las de la industria nacional el 34%. Las de zonas francas terminarán creciendo en cerca de 550 millones de dólares, para un crecimiento de casi 9%, y las de la industria nacional en 300 millones, para un crecimiento de casi 10%.
Los dos productos de zonas francas más destacados fueron artefactos eléctricos y cigarros. Entre enero y septiembre, las de artefactos eléctricos crecieron en más de 240 millones de dólares, respecto a enero-septiembre de 2017. En 2018 podrían terminar creciendo en más de 320 millones respecto a 2017 y alcanzando un total de 1,200 millones. Ese valor podría incluso superar al de equipos y dispositivos médicos que por varios años ha sido líder en el sector. Por su parte, hasta septiembre, las de cigarros aumentaron en 64 millones de dólares y podrían terminar alcanzando los 870 millones hacia final de año.
En el caso de las exportaciones de la industria nacional, el crecimiento no se debió a un número reducido sino a una diversidad de productos entre los que destacan las de productos químicos, varillas y combustibles para aeronaves. Estos últimos son, en realidad, una reexportación, aunque se clasifica con exportación de un producto industrial, y se asocia al incremento del arribo de pasajeros.
También los productos agropecuarios vieron crecer sus exportaciones, a pesar de la reducción de los embarques de bananos. Subieron en un 20% entre enero y septiembre de 2018 comparado con el mismo período de 2017, en especial debido al crecimiento de las ventas de cacao al exterior. Pero en la medida en que sólo explican cerca del 7% de las exportaciones totales, su contribución al crecimiento total de las exportaciones fue de solo 13%. Por su parte, las de productos mineros apenas crecieron porque las de oro declinaron en casi 50 millones, lo que fue compensado por un aumento de las de ferroníquel, cobre y plata.
¿Por qué?
La otra pregunta que surge es ¿por qué crecieron las exportaciones más que en años anteriores? La respuesta más clara es porque creció la demanda de productos dominicanos en el exterior, en especial en Estados Unidos, lo cual se debió al crecimiento económico que experimenta esa economía como resultado de los recientes recortes tributarios. El segundo y el tercer trimestre de 2018 fueron de muy alto crecimiento en ese país, 4.2% y 3.5%, respectivamente. Han sido las tasas observadas más elevadas desde inicios de 2014, y la tasa promedio de ambos trimestres fue un 50% más elevada que la observada en 2017.
Los datos de la Dirección General de Aduanas (DGA) de exportaciones por países de destino confirman la idea de que es las importaciones estadounidenses las que explican el crecimiento. Entre enero y septiembre de 2018, las ventas a Estados Unidos crecieron en un 13%, más del doble de las dirigidas a otros mercados.
Pero el impacto de la aceleración del crecimiento en Estados Unidos no sólo se refleja en las exportaciones. También lo hace en el turismo y las remesas. En los primeros tres trimestres del año, el número de arribos de turistas estadounidenses creció tres veces y media más rápido que el de turistas de otros orígenes: casi 9% comparado con 2.4%. A su vez, las remesas familiares, que en promedio entre enero y septiembre de 2015, 2016 y 2017 habían crecido a una tasa media de poco más de 8%, en 2018 lo hicieron a más de 10%.
Lo anterior deber de ayudar a reconocer al menos una de las causas más importantes de ese comportamiento y a entender que esa dinámica puede ser tan efímera como el alto crecimiento coyuntural en Estados Unidos. Pero, además, debe ser un llamado de atención a quienes, por exceso de entusiasmo, pudieran apresurarse a concluir que el crecimiento de las exportaciones se debe a las acciones que se han impulsado recientemente y que procuran principalmente eliminar obstáculos burocráticos. En principio, siempre que ellas sean verdaderamente efectivas en facilitar las exportaciones, los resultados de esas acciones se podrán ver en un futuro un poco más lejano.
Una perspectiva de largo plazo
De la misma forma, las ideas expuestas apuntan a que sigue habiendo motivos para estar preocupados por el desempeño exportador de largo plazo. En la medida en que no ha habido transformaciones productivas ni institucionales de gran calado, el necesario empuje interno de las exportaciones sigue siendo una tarea pendiente. Solo hay que remitirse a la evidencia. Veamos.
Primero, aunque desde 2001 en adelante las exportaciones han crecido a una tasa media anual de 4.1%, el valor real de las exportaciones creció a solo 2%, y el valor real per cápita en 2018 terminará siendo apenas un 8% más elevado de lo que era 18 años atrás, en 2000.
Segundo, aparte del oro, la composición de las exportaciones por productos y por sectores se ha mantenido sin variaciones relevantes a lo largo de toda la década y 2018 no será la excepción. El peso de las exportaciones de zonas francas y el de las nacionales se ha mantenido estable, con un moderado crecimiento de la importancia de las primeras. Las exportaciones de productos agropecuarios fluctuaron alrededor de 20% de las exportaciones nacionales y las industriales continuaron siendo dominantes y diversas. De igual forma, en zonas francas tampoco se han dado cambios notables más allá de una moderada tendencia al declive de la participación de las confecciones textiles.
Tercero, tampoco la composición tecnológica de las exportaciones ha cambiado en esta década ni los mercados de destino. Estados Unidos sigue explicando cerca de la mitad y Haití poco más del 10%.
Cuarto, después de una caída intensa entre 2001 y 2008, la participación de las exportaciones dominicanas en las mundiales se recuperó un poco entre 2010 y 2014 pero se han mantenido estable desde entonces, en un nivel muy por debajo de lo que se observó a inicios de la década pasada. De igual forma, el peso de las exportaciones en el PIB se encuentra en un mínimo histórico, apenas por encima de 10%. En 2000 estaba por encima de 20%.
Quinto, el país continúa estancado en el Índice de Competitividad Global, tanto en el indicador, que ha fluctuado entre 3.6 y 3.9 desde 2007, como en la posición del país cuando se la compara con un número fijo de países con datos disponibles para todos los años. Ha estado alrededor de la posición 90.
En síntesis, la noticia del aumento de las exportaciones es positiva, pero nadie debe congratularse por ello. La agenda sigue intacta.