Escribir una telenovela nunca fue fácil, no señor, por algo ni Borges, ni García Márquez, ni el mismísimo Vargas Llosa (hombre de vida novelesca y farandulesca) se animaron jamás. Pero según el especialista y reconocido crítico Australio Pithecus, no es tan difícil.

Veamos lo que Australio Pithecus afirma: “Primero, usted debe armar una historia que tenga muchas lágrimas, un poco de amor y muchas vueltas, como la vida ¿vio?, entonces necesita una heroína bellísima y llorosa, como Clemencia Inocencia Dos Santosllantos, pobre, nacida en un ignoto campo o en un paupérrimo barrio marginal, ella se enamorará del galán millonario, hermoso, inalcanzable hasta para Lady Gaga: Medardo Edgardo Lingotes, ¿me sigue? La villana de la historia será una tipa malísima cuyo nombre delate su ‘mardá’, como Muykruela Venenus Delodio, sádica y falsa como sus pechos de silicona, que se dedicará a hacer sufrir a la pobre Clemencia Inocencia, habrá otro villano, un tal Verduguiano Delátigo, un hombre que en sus ratos de ocio le pega a su anciana madre si no le compra el whisky caro que él bebe o cuando ella le sugiere que a sus cuarenta años ya debería buscarse un trabajo.

Toda esta gente se dedicará a hacer sufrir y a escarnecer a la pobre Clemencia Inocencia. Otro detalle; todos los protagonistas deben vivir en el mismo lugar, por ejemplo, una mansión señorial de estilo victoriano, donde la sufrida Clemencia Inocencia fregará y trapeará todo el santo día, y tendrá un cuartucho con cuadros de la Virgen María, de San Ponciano, de San Policarpo, de Sanseacabó y de otros tantos santos milagrosos que duermen el sueño de los justos, porque ni caso le ponen a los rezos de nuestra sufrida heroína. Pero –nos recuerda el doctor Australio Pithecus- no todo es sufrimiento en una telenovela.

Finalmente aparecerá un ignoto personaje, el contador Hermenegildo Cuernut Sumirresta, que traerá un documento que prueba que la verdadera dueña de todo es la sufrida Clemencia Inocencia, dueña de la mansión, dueña del banco que está a punto de embargar la mansión, dueña de los campos vecinos y hasta del canal que emite la telenovela… al final Medardo Edgardo se enamorará perdidamente de los millones, digo de Clemencia Inocencia, los malos se volverán buenos o tendrán que desaparecer, y todos vivirán felices para siempre, hasta la próxima telenovela”.

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