La genealogía es la disciplina que investiga los ancestros de las personas, es decir, de quién desciende cada individuo, y elaborar el árbol genealógico, llamado así por las ramificaciones de las relaciones parentales.

El profesor Australio Pithecus solía desconfiar de las genealogías como también de los títulos nobiliarios, de hecho, hubo una época en que se podían comprar por dinero, con lo que leyenda de la “sangre azul”, que desde siempre fue una verdadera estupidez, quedaba desterrada.

En su “Autobiografía burlesca” Mark Twain dice: “El primero de los Twain que recuerda la historia no fue un Twain, sino un amigo de la familia, apellidado Higgins”. Este solo dato echa por tierra la confiablidad de los árboles genealógicos, según el profesor Australio Pithecus.

En sus investigaciones, el insigne catedrático cita el caso de un reino que existió alguna vez entre Europa y Asia, cuyos marqueses, condes, duques y príncipes terminaron descubriendo que en realidad eran todos descendientes de plebeyos. Según el doctor Australio Pithecus, el rey Policarpo V y la reina Pancracia II que gobernaban esa comarca, tenían la costumbre de enviar dobles a ceremonias que se hicieran fuera del palacio, que fue copiada por los nobles. Un documento encontrado en la biblioteca de la universidad de Holcroft, escrito en un dialecto que el académico tardó casi dos años en descifrar, narra que mientras los reyes y la mayoría de los nobles inauguraban un campeonato de fútbol al aire libre, un terremoto y un posterior incendio sepultaron y redujeron a cenizas el palacio real, así que nadie sobrevivió. Revelarle al pueblo que los reyes y nobles que estaban en la ceremonia eran dobles hubiera provocado una revolución, así que los falsos reyes y los falsos nobles, (“seyersoslaf sosoraza ed adreim”) en el dialecto del documento original, decidieron continuar con la farsa y vivir como tales, lo que no duró mucho porque el reino fue absorbido por otro país y la monarquía desapareció.

Sin embargo, dice el doctor Australio Pithecus, los descendientes de esos reyes siguen apareciendo en revistas de la prensa rosa como referentes de la decadente nobleza euroasiática. “Los árboles genealógicos pueden ser tan creíbles como los rastros de los ovnis”, afirma el docto catedrático, y creemos que tiene razón.

Posted in Desde mi ventana, Opiniones

Más de opiniones

Más leídas de opiniones

Las Más leídas