Por estar pendientes del teléfono y de las notificaciones de las redes sociales, nos estamos perdiendo tantos momentos importantes. Antes, usábamos el teléfono para acercarnos a nuestros seres queridos que estaban lejos; ahora, en cambio, nos alejamos de quienes tenemos cerca. ¡Qué irónico, ¿verdad?! La dependencia del teléfono nos tiene como ‘zombis’, alejándonos cada vez más de la realidad y de las relaciones sociales. No es que esté mal usarlo, pero la cantidad de horas y la importancia que le estamos dando a este aparato es excesiva, y se puede convertir en dependencia. Me da la impresión de que las interacciones más frecuentes y significativas las tenemos con el teléfono, y nos perdemos momentos valiosos con gente querida, pero no tiene por qué ser así.

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