La sociedad dominicana vive inmersa desde hace años en un peligroso y prolongado proceso de descomposición ciudadana, el cual se manifiesta en dolorosos feminicidios, asesinatos en medio de atracos hasta por el robo de un celular “maco”, desafiantes irrespetos a las leyes y a las normas que nos regulan, y otras penosas realidades de nuestra cotidianidad, que no parecen encontrar freno, pese a las decenas de programas puestos en marcha por las autoridades que nos han gobernado en las últimas dos décadas, con gastos súper millonarios, pero con resultados finales fracasados.
Todos los días nos sorprende una noticia cada vez más desgarradora, fenómeno que se va multiplicando con perspectiva casi exponencial en casos y en tiempo, dado que, muy lamentablemente, se constituye en lecciones negativas en el proceso de formación de nuestros niños y niñas.
Es frente a esa desesperanzadora realidad que quiero llamar la atención del rol que deberían jugar algunos medios de comunicación electrónicos, en lo que respecta a su responsabilidad social al momento de penetrar a los hogares a través de la televisión o la radio. Lo que se exhibe y escucha por ahí es asumido y consumido por nuestros muchachos, como si se tratase de una cátedra de vida. Todo, porque tampoco existe un eficaz órgano regulador oficial que evite esas deformaciones a las que se exponen los infantes.
Aunque a mucha gente les provoca hilaridad , las escenas vulgares, groserías, obscenidades y el morbo sexual que sirven algunos canales de televisión a sus televidentes, a los cuales están llamados a respetar, especialmente a través de sus “cuadros de comedias”, y hasta de la boca de improvisados “líderes de opinión”, me inscribo en el pequeño club –si se quiere- con alta preocupación respecto a esa clara irresponsabilidad social. Lo mismo ocurre en algunas estaciones radiales que permiten a sus “opinadores” decir de todo porque eso dizque les representa mayor rating en ese segmento poblacional que todo lo asume como un chiste, ignorando que se constituyen en instrumentos para la deformación de sus vástagos.
Cuando hablamos de buena televisión, hay que apelar necesariamente a la gran figura del fenecido Don Freddy Beras Goico, con décadas de éxitos como productor, presentador, humorista, actor y demás, quien siempre aconsejaba a los jóvenes que buscaban destacarse, que dedicaran tiempo a su formación a través de la lectura. “Se puede hacer buen humor sin necesidad de apelar a lo vulgar”, decía ese maestro nacido en la provincia El Seibo.
Me niego aceptar como televidente y padre de familia, que un canal me venda comedias caracterizadas por escenas de desnudez de mujeres con nalgas y senos grandes –en su mayoría extranjeras-,vergüenza que hacen acompañar de comentarios obscenos a cualquier hora del día, sin tomar en cuenta a los niños, en un claro irrespeto a los hogares. Y, tan penoso como eso, ninguna autoridad parece enterada.
Basta ver a algunos camarógrafos de televisión como atinan primero a enfocar los glúteos y los pechos de las comediantes y, en otros casos, de las presentadoras, además de cómo en plena comedia todos ríen a carcajadas tras el consiguiente comentario con doble sentido, cargado de vulgaridad.
Ay la radio, no es menos. Alli también sólo basta con ser una persona “popular o famosa”, o simplemente pagar puntualmente su espacio radial para tener el derecho de decir cuantas barbaridades lleguen a su boca desde su cerebro. Digo, los que tienen ese último órgano tan vital.
Y, por qué ocurren esas realidades a la vista de todos? Pues, además de la falta de una autoridad competente, también hay un amplio segmento de la población que aplaude esa desverguenza, lo que, por lo tanto, significa rating y mayor respaldo publicitario.
Termino este artículo con otra pregunta: Quien saldrá en defensa de nuestros niños, las buenas costumbres y la moralidad ciudadana en general?