En el año 2013, cuando el gobierno dominicano tomó la correcta decisión de instalar dos grandes unidades a carbón en Punta Catalina, con el único y claro objetivo de contar con una planta eléctrica que fuese capaz de generar el 30 % de la energía eléctrica demandada por la sociedad dominicana, pero al más bajo costo posible para unidades térmicas, fueron muchos los comentarios negativos en contra de esa decisión, pues cualquier analista de costos unitarios de producción de energía eléctrica veía claramente el peligro que esa planta representaría para las plantas eléctricas que producían con caros derivados del petróleo, y en tal virtud vendían cada kilovatio/hora a precios tan caros que le generaban a las empresas distribuidoras de energía un déficit financiero tan alto que obligaba al gobierno a otorgar un subsidio anual de hasta 1,200 millones de dólares, como única forma de evitar que el país se quedara apagado.
Esa decisión de instalar a Punta Catalina se tomaba apenas meses después de terminada la cumbre de energía 2012, en la cual se nos solicitó asumir la vocería de todos los partidos políticos presentes, incluido el partido de gobierno, para plantear 20 propuestas orientadas a la solución de nuestros graves y viejos problemas eléctricos, y donde el primer punto planteado, y aprobado a unanimidad por la sesión plenaria, fue la transformación a gas natural de la famosa planta Cogentrix, instalada en San Pedro de Macorís, cuyos 300 megavatios de potencia dependían de diesel oíl extremadamente caro que le obligaba a vender cada kilovatio/hora extremadamente caro, al extremo de que el gobierno prefería pagar cerca de 5 millones de dólares al año por potencia pasiva (apagada), en lugar de comprarle la energía producida, pues su precio era el más odioso del Sistema Eléctrico Nacional Interconectado (SENI), y si entraba vía el mercado spot arrastraba todo el resto del sistema a su mismo oneroso precio final de venta al sistema, es decir, el mercado spot sería como un restaurante donde los primeros clientes en ser sentados son los que han pedido las comidas más baratas, y los últimos en ser sentados son los que han pedido las comidas más caras, pero al final todos pagan el mismo precio del plato más caro, y quien comió pan y salami paga igual que quien comió langosta a la plancha.
Esa decisión de transformar a Cogentrix para que en lugar de quemar diesel oíl caro, pudiera quemar gas natural barato, para poder vender energía eléctrica barata, se estuvo demorando mucho tiempo por falta de un gasoducto que llevara el gas desde Boca Chica hasta San Pedro de Macorís, pues aunque el gasoducto era otro de los 20 planteamientos que habíamos hecho en la cumbre de energía del año 2012, planteamientos que habían sido todos aprobados, en realidad el gasoducto implicaba una extensa trinchera de 50 kilómetros de longitud a través de una roca caliza coralina muy dura cuya excavación demandaba el uso de una fresadora, lo que en realidad encarecía el costo de la excavación, por lo que mientras más se boicoteaba, se impedía, o se demoraba la instalación de las 2 unidades a carbón de Punta Catalina, más se podía demorar la construcción del gasoducto y la transformación a gas de Cogentrix.
Pero ya para el año 2019 se vio claramente que los esfuerzos para boicotear a Punta Catalina habían sido infructuosos, por lo que fue necesario apresurar la construcción del gasoducto desde Boca Chica hasta San Pedro y la transformación de las 3 unidades de 100 MW cada una de Cogentrix, pues quedaba claro, y así lo hemos escrito en artículos anteriores, que una vez que Punta Catalina entrara en operación, las demás plantas eléctricas que operaban con derivados del petróleo sólo tenían 2 opciones: transformarse para usar combustibles baratos, o salir del mercado, y como el mercado eléctrico es uno de los mejores mercados, la mejor opción era transformarse para abaratar costos y poder competir con Punta Catalina, y ahora, al finalizar el año 2020, Cogentrix (CESPM) ha terminado su total transformación y ya cuenta con 300 MW en base a gas natural de bajo costo, pero no lo ha hecho sola, pues las termoeléctricas Quisqueya 1 y Quisqueya 2, también localizadas en San Pedro de Macorís, y que producen 215 MW cada una, también han sido transformadas para quemar el mismo gas natural suplido por el mismo gasoducto, sumando 730 MW a gas natural, aunque para el SENI debemos restar los 215 MW de Quisqueya 1 por ser de uso exclusivamente minero privado.
De ahí que hoy Punta Catalina no sólo aporta 752 MW de potencia de bajo costo al SENI, sino que ya fijó el precio tope de compra de energía del SENI en 8 centavos de dólar por kWh, en lugar de los anteriores 14 centavos de dólar por kWh, y obligó a la transformación de Cogentrix (300 MW) y de Quisqueya 2 (215 MW), por lo que como el SENI ahora cuenta con 1,200 MW a gas natural, y con 1,050 MW a carbón mineral, ya no necesitará ninguna planta quemando caros derivados del petróleo, y desde el 2021 ahorraremos más de 400 millones de dólares al año, gracias a la criticada Punta Catalina.