La que conducirá a las elecciones del próximo año debe ser una campaña tranquila y propositiva, sin las tensiones y crispaciones que suelen darse en nuestros torneos electorales.
Así, porque el miércoles conocimos la última encuesta Gallup-RCC Media, en una presentación formal en la que participaron Rafael Acevedo, presidente de la firma de investigación; el propietario de la plataforma de comunicación, Antonio Espaillat, y el ancla de El Sol de la Tarde, Ricardo Nieves, espacio que viene presentando esos estudios de opinión pública.
Esa encuesta trajo por resultados los mismos que vienen expresándose de manera sostenida desde que se empezó a medir la preferencia política ciudadana para las próximas elecciones.
En la encuesta, aplicada en la primera quincena de este mes, Abinader recibe una intención de voto de hasta un 52.9%, mientras que el PRM duplica a sus competidores municipales.
La medición establece que los electores municipales prefieren al PRM en proporción de 43.5%, frente a un 16.4 del PLD y 16.8 de la FP, en una elección que se gana con mayoría simple, quien obtenga más votos.
Los datos reflejan aproximadamente los mismos resultados de varias ediciones anteriores: el presidente Abinader y su Partido Revolucionario Moderno no tienen competencia para las elecciones municipales, de febrero, y las legislativas y presidenciales de mayo próximo.
Lógicamente, estamos en una democracia, y mal podría pedírsele al PLD y la FP que se retiren o que declaren a Luis y el PRM ganadores por aclamación.
Pero dada la sostenida ventaja que mantienen no parece haber necesidad para que se entre en una competencia encarnizada como ha ocurrido en otras ocasiones.
Una sostenida ventaja que, por demás, debe ampliarse si finalmente, y en el plazo de ley, el presidente Abinader decide repostularse, lo que supondrá un lanzamiento con acciones de alto impacto en su favor entre electores no definidos y simpatizantes blandos de otros partidos.
Es lo razonablemente esperado dado el buen trabajo y la honestidad a toda prueba de su primer período de desempeño, como parece confirmarlo el alto 60% que aprueba su gestión y el 65.9 que opinó las elecciones deberán decidirse en primera vuelta, lo que lógicamente favorece al puntero candidato Abinader.
Los opositores podrían albergarla esperanza de que factores extraños a la identificación política pudieran variar las proporciones de las diferencias, pero dada la sostenibilidad con que esas diferencias se han mantenido todo indica que no cambiarán los resultados fundamentales ya expresados.
Un ambiente más distendido de los debates electorales favorecería que sean menos virulentos y pugnaces y que estén más centrados en la solución a los problemas estructurales que venimos acusando desde que establecimos la libertad, decapitada la tiranía, y que nos han impedido empezar a superar el subdesarrollo.
Con el respeto a la separación e independencia de los principales poderes del Estado, especialmente el Judicial y el electoral, el presidente Abinader está sentando bases fundamentales para que empujemos al avance institucional que ayudará a desbrozar los otros grandes temas del desarrollo integral.
Ahí está pendiente de concertación el conjunto de reformas presentadas por el Presidente ante el Consejo de Desarrollo Social, una buena oportunidad para avanzar.