Entre las mesas temáticas del Diálogo Nacional por la Reforma para el Fortalecimiento Institucional y la Gestión Eficiente del Estado se contempla el tema de medio ambiente, incorporando además el cambio climático de las principales preocupaciones mundiales ante los grandes peligros que se avizoran.

La Estrategia Nacional de Desarrollo END-2030, Ley 1-12, hará ya 10 años resultado de un gran consenso, propone como su cuarto eje: “Una sociedad con cultura de producción y consumo sostenibles, que gestione con equidad y eficacia los riesgos y la protección del medio ambiente y los recursos naturales y promueve una adecuada adaptación al cambio climático”.

En el 2020 se presentó el octavo informe anual de avance en la implementación de la END-2030 que pretende evaluar el cuarto eje a partir de los siguientes indicadores: 1) Emisiones de dióxido de carbono 2) Áreas protegidas nacionales, 3) Tasas de deforestación anual promedio y 4) Eficiencia en el uso del agua en sistemas y redes de distribución y su aplicación final en sistemas de riesgo.

Más la evaluación es ambigua pues dice por un lado que las informaciones son insuficientes al tiempo de afirmar que se avanza entre lo promisorio y moderado.

El programa del actual gobierno es muy completo al respecto -como programa- con una sección con el título “La sostenibilidad ambiental y el cambio climático en un país insular” y lo cual es muy interesante al destacar la fragilidad que la condición de isla agrega a los problemas de medio ambiente y cambio climático.

Se advierte que las ideas respecto a tan cruciales temas de la sostenibilidad ambiental y el cambio climático lucen claras y precisas desde el 2012, no así las acciones gerenciales a partir de las cuales se puedan presentar ante el gran público y fácilmente digerible claras evidencias de avances a partir de esos precisos cuatro indicadores que procede repetir: emisión de dióxido de carbono, áreas protegidas nacionales, tasas de deforestación anual promedio y eficiencia en el uso del agua en sistemas y redes de distribución.

Procede incidir en esos indicadores introduciendo profundos cambios en la gran dependencia del petróleo y sus derivados así como su uso actualmente muy ineficiente y por tanto de poca vocación de ahorro en la generación eléctrica y el transporte, avanzando además en la ya en boga movilidad eléctrica, junto a los aspectos referidos a la insularidad.

Hay que procurar ir más allá de los diagnósticos y formulaciones así como de las rutinarias evaluaciones y lograr resultados reales de avances mostrables cada año de forma sencilla involucrando y comprometiendo a toda la sociedad.

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