En los últimos diez años, la sociedad dominicana ha pasado de ser reactiva a tan activa que, sin quemar neumáticos o tirar piedras, y sin la muerte de algún ciudadano, ha demostrado a sus políticos que está atenta y, sobre todo, que debe ser tomada en cuenta para cualquier decisión de gran envergadura.
El fenómeno de una sociedad empoderada se siente con fuerza y gran activismo en la República Dominicana de hoy día. Parece que el interés de una mejor educación fue el génesis para pasar de una ciudadanía pasiva y tranquila a una más activa y que hace sentir su voz en las calles, las redes sociales digitales, en los gremios, así como en los grupos profesionales del país.
El amarillo, que simboliza el reclamo o llamado de atención, fue el color insignia del primer gran movimiento ciudadano que logró unificar a la actual sociedad dominicana, sin distinción de clases, color y banderías políticas, para que se otorgara el 4% del producto interno bruto a la educación nacional. Todo esto, en una lucha desarrollada durante el cuatrienio 2008-2012, del entonces presidente Leonel Fernández.
Otra gesta que mostró la unidad de los dominicanos, sobre todo de la sociedad vegana, fue la presión para que no se explotara Loma Miranda y que la misma fuera declarada parque nacional. Este fenómeno trajo al debate un tema regional, convirtiéndolo en nacional.
La lucha social y ciudadana también tomó fuerza tras las elecciones del 2016 y la “explosión” a nivel internacional del escándalo de la empresa brasileña Odebrecht. Dicha problemática dio inicio a la marea verde que recorrió todo el territorio nacional, en demanda de transparencia y sanciones contra los corruptos, poniendo contra la pared al gobierno del presidente Danilo Medina.
Una manifestación breve, pero de gran impacto, significó la suspensión de las elecciones municipales del año 2020. Dicho evento trajo como movimiento social el sonar de las cacerolas y la protesta en la Plaza de la Bandera, en demanda de comicios libres y limpios.
Pasaron cuatros años del primer mandato del presidente Luis Abinader y, a solos dos meses de empezar su segundo periodo gubernamental, las cacerolas y reclamos en redes sociales no se hicieron esperar. Esta vez, en rechazo al proyecto de reforma fiscal, que obligó a retirarlo del Congreso, por no ser de consenso y haber sido señalada lesiva para los intereses de la clase media dominicana.
La ciudadanía marchó por la educación, contra la corrupción y hoy lo hace para que se gasten bien los recursos públicos, de manera eficiente y transparente, pero, sobre todo, para que paguen los que más tienen. En modo más llano, la sociedad cambió, por lo que demanda una transformación en la clase política, los partidos y en la construcción de políticas públicas. El mensaje está claro: la gente quiere soluciones y vivir bien. Por esto, los líderes políticos deben entender las señales que emanan del pueblo, que ya no quiere palabras, sino hechos en beneficio de la sociedad.