Siempre que se habla de 1968, puede coincidirse en que se trató de un año memorable desde cualquier punto de vista. En Checoslovaquia dio inicio La Primavera De Praga, ocurrieron las manifestaciones del Mayo Francés y se publicó el disco blanco de Te Beatles.
Pero 1968 también fue el año en el que se habló seriamente sobre la idea de Derecho a la Ciudad. El concepto fue popularizado por Henri Lefebvre, un sociólogo francés que ese año publicó el libro Le Droit à la Ville -El Derecho a la Ciudad-.
La reflexión de Lefebvre giraba en torno a cómo cada ciudadano tiene el derecho a participar de las decisiones que se adopten en su ciudad en lo relativo a cómo se planifica, gestiona y desarrolla la misma. Desde sus inicios fue vinculado a la justicia social, sobre todo, porque propone que cada persona tiene la prerrogativa de acceder a servicios básicos de calidad, a vivienda, transporte digno y espacios de esparcimiento y las opciones culturales.
A partir de su planteamiento en 1968, el término a evolucionado. Y hoy por hoy, podría decirse que el Derecho a la Ciudad se apoya en seis pilares específicos:
1- El acceso a la ciudad: la idea de que todas las personas, sin importar la condición en la que vivan, tienen el derecho a desplazarse de manera autónoma, disfrutar de los espacios públicos y desarrollarse de manera segura.
2- La participación ciudadana: las decisiones toman en cuenta las posturas diversas de la ciudadanía. Figuras como las Juntas de Vecinos, agrupaciones sociales y otros organismos locales, adquieren una relevancia mayúscula porque suponen el punto de partida de los consensos y la legitimación de las políticas asumidas por los gobiernos locales.
3- Gestión democrática: desde la década de los 60, la idea de que las ciudades precisan de una administración centrada en la institucionalidad democrática, con un uso transparente de los recursos y en atención a la diversidad de la ciudadanía es clave. Y en la actualidad, este pilar es tanto o más relevante que en los orígenes del concepto, sobre todo, porque al igual que en 1968, estamos en una época de movilizaciones sociales que demandan transformaciones profundas.
4- Derechos humanos y justicia social: aunque parezca obvio, es fundamental insistir en la garantía de derechos de las personas y en la toma de decisiones que fortalezcan y faciliten la equidad.
5- Sostenibilidad: Esto implica la promoción de prácticas urbanas sostenibles que minimicen el impacto ambiental de la ciudad y preserven los recursos naturales. La planificación urbana sostenible incluye la gestión eficiente de la energía, el agua, los residuos y la preservación de áreas verdes.
6- Diversidad y cultura: quizá uno de los mayores desafíos de las ciudades modernas, reconocer que todas las personas son distintas y culturalmente diversas. Esto implica respetar credos, ideologías políticas e impulsar decisiones que motiven la tolerancia y el respeto a la autonomía de todos los individuos.
El Derecho a la Ciudad significa que, desde abordar el metro hasta acudir a la escuela, a la Plaza de la Cultura o al malecón, las condiciones de seguridad y de disfrute que haya en el trayecto forman parte del reconocimiento y la garantía de este derecho. Una muestra de buena práctica es que, cada día, al final de la tarde, la calle Mirador Sur se cierra para que quien desee caminar, correr, patinar y respirar aire limpio, pueda hacerlo. Hay agentes policiales que te brindan las orientaciones pertinentes sin entorpecerte y hacen que esa zona del Distrito Nacional sea placentera.
Aquí podría conectarse con el concepto Senseable Cities -Ciudades Sensibles- que ha propuesto el arquitecto e ingeniero italiano Carlo Ratti en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). La idea de Ratti, quien es copresidente de ciudades del futuro en el Fondo Económico Mundial, propone hacer uso de las nuevas tecnologías y de los dispositivos de recogida de datos para tomar decisiones acordes a las necesidades reales de la ciudadanía.
Así, mediante sensores de medición de la calidad del aire, podría hacerse sugerencias de las mejores horas para salir del hogar. Un servicio de información de transporte público en tiempo real, permitiría que cada persona planifique su ruta de trabajo, ahorrando tiempo y dinero.
De igual manera, la información continua sobre vehículos, zonas en las que hay mayor afluencia de motores y horarios en los que se incrementa el número de accidentes, permitiría adoptar medidas preventivas. Es decir, garantizar el derecho a la ciudad desde la ciencia de datos se convierte en un mecanismo para mejorar la calidad de vida.
Carlo Ratti estará dictando una conferencia magistral en el tercer Congreso Internacional de Accesibilidad Urbana, el 12 de octubre en el Hotel Barceló Santo Domingo. La idea es, pensar un poco sobre los roles de los distintos sectores en las ciudades del país y cómo podemos aprovechar las herramientas y recursos que tenemos a nuestra disposición para que todas las personas, sin importar las condiciones en las que vivan, accedan de manera igualitaria a la ciudad.