Son importantes los aportes publicados por investigadores sobre el autismo. No se atreven a denominarlo como enfermedad, sino como una condición. La Organización Mundial de la Salud (OMS) se ha inclinado en llamarle trastornos complejos: “Los trastornos del espectro autista (TEA) son un grupo de complejos trastornos del desarrollo cerebral. Este término genérico abarca afecciones tales como el autismo, el trastorno desintegrador infantil y el síndrome de Asperger. Estos trastornos se caracterizan por dificultades en la comunicación y la interacción social y por un repertorio de intereses y actividades restringido y repetitivo”.(2016).
Dmitry Velmeshev (Postdoctoral Scholar, University of California, San Francisco, junio 2019) dice que “…aún no hemos logrado comprender en toda su extensión cómo se desarrolla el autismo y cómo altera las funciones cerebrales”.
La OMS había identificado para 2016 una tasa de 1 por cada 160 niños nacidos. Luego, para 2022, un incremento de 1 por cada 100 niños nacidos. Y explica que: ”Esta estimación representa una cifra media, pues la prevalencia observada varía considerablemente entre los distintos estudios. No obstante, en algunos estudios bien controlados se han registrado cifras notablemente mayores. La prevalencia del autismo en muchos países de ingresos bajos y medianos es hasta ahora desconocida. ( 2022).
La OMS se pregunta: “¿A qué edad se puede reconocer el autismo en los niños?” Responde: “Detectar un trastorno del espectro autista es difícil durante los primeros 12 meses de vida, pero generalmente es posible establecer un diagnóstico antes de que el niño cumpla los dos años. Son signos tempranos característicos del retraso en el desarrollo de las aptitudes lingüísticas y sociales, o su involución temporal, así como la aparición de determinadas conductas estereotipadas y repetitivas”. (2016)
Otra observación científica relevante es: “Comparando los resultados entre niños sin y con autismo, pero con el mismo cociente intelectual, se encuentran claras diferencias. Los niños con autismo muestran una activación diferente y una disminución en la conectividad entre distintas áreas” (Rajesh K. Kana, Lauren E. Libero, […] y Jeffrey S. Colburn Universidad de Oxford. “Redes cerebrales funcionales y teoría de la mente subyacente de la materia blanca en el autismo”.
Estos investigadores de Oxford aportan datos importantes, contribuyen: “Los niños con autismo muestran una activación diferente y una disminución en la conectividad entre distintas áreas”.
Procede recordar que al nacer el cerebro trae 100 mil millones de neuronas, que hacen conexiones entre ellas formando sinapsis; la convivencia práctica del niño las conectan. El autismo puede originarse por “activación” y “disminución en la conectividad entre distintas áreas”.
Su concentración en áreas de aprendizajes y ausencias en otras, se debe a estímulos tempranos en áreas que concentren su interés y las desarrollen, rechazando todo aquello que lo distraiga; pero eso lo desarrolla en sus primeros 12 meses, y es cuando se pueden detectar los síntomas.
He entregado un ensayo a la editorial para su publicación bajo el título “Hallazgos de la Neuroeducación para el aprendizaje temprano”, y se trata también este tema.
Pregunto: ¿El método de aprendizaje de un niño autista debe ser especial y personalizado o igual a un niño corriente? ¿Contrariarlo con aprendizajes iguales a todos los niños los ayuda?¿Cuidar su aprendizaje sin contrariarlo y acompañándolo para que se concentre y desarrolle en lo que le guste, ayuda a crear un genio? ¿Albert Einstein?