La edad promedio en que las jóvenes inician su vida sexual en República Dominicana es de apenas 14 años, y existen muchos lamentables casos de niñas que comienzan a los 11, 12 y 13 años.
Esto se reitera en numerosos estudios desde hace más de una década y es una preocupante tendencia que no parece mejorar con el tiempo. Las niñas y jovencitas comienzan su vida sexual muy temprano y con muy poca educación, lo que en demasiadas ocasiones resulta en embarazos a destiempo.
Un alto número de casos de menores embarazadas revela la ignorancia que existe en nuestra sociedad en materia de educación sexual y la necesidad urgente de encarar esta deficiencia de forma seria y sincera para evitar embarazos no deseados que en muchos casos perpetuán los cuadros de pobreza y también la propagación de enfermedades de transmisión sexual.
Sin dudas es un panorama penoso pero muy real, por lo que en lugar de manejarse como un tema tabú por los prejuicios y condicionamientos sociales existentes (combinado con una dosis de hipocresía que se pone de manifiesto en un “no sé si se hace, pero no se dice”), debe enfrentarse con el pragmatismo que se necesita para poder tomar medidas preventivas eficaces.
Es imprescindible la concienciación desde las escuelas y colegios a los y a las jóvenes y asus familias sobre las consecuencias de una relación sexual no protegida, pero también es importante explicar en detalle las distintos métodos anticonceptivos y formas de protección que existen en la actualidad y que permiten evitar estas consecuencias con bastante facilidad.
Ignorar el tema sólo garantizará muchos casos con alto riesgo para las vidas de madres e hijos, una pobre calidad de vida con pocas posibilidades de progreso para aquellas familias en las que los embarazos lleguen a término y por supuesto la proliferación de graves enfermedades que como el Virus del Papiloma Humano (VPH) están causando estragos en el país por su correlación directa con varios tipos de cáncer y su transmisión cada año parece ir en aumento en todo el mundo.
Es de cobardes hacerse de la vista gorda. Es imperativo dar la cara a la situación, pero no acabando con una vida que inicia, sino garantizando la información necesaria para trabajar en lo esencial y prioritario: la prevención.