El viernes pasado Amnistía Internacional volvió, cual disco rayado, a repetir que en República Dominicana se aplican “políticas migratorias racistas” y que existe un supuesto “racismo estructural”. La denuncia, mentirosa y abusiva, se perdió durante el fin de semana y con todo y que es un calco de una prédica añeja que los respectivos gobiernos dominicanos han enfrentado por diferentes vías de manera precisa y contundente, no deja de ser grave la imputación, aunque cabe la pregunta de si vale la pena perder tiempo respondiendo una afrenta basada en prejuicios. Tan desgastado está ese infundio, que en esta oportunidad ni siquiera, imaginamos que para no hacer el ridículo, le han hecho coro los acólitos del desvergonzado grupito de malos dominicanos que se atrincheran en ONGs financiadas desde el extranjero.

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