Por la situación interna de Estados Unidos, con la presidencia en un limbo y una vicepresidencia inorgánica, no debiera sorprender la tibieza de su reacción ante los graves acontecimientos en Venezuela, además de que la cosa ahora no es como cuando el coloso actuaba y luego averiguaba. Las inconexas respuestas del “imperialismo yanqui” frente a las bravuconadas de Maduro, se han circunscrito a expresar “preocupación” y decir que “monitorea” y “revisa”. Por cómo está Biden, algunos esperan que sea la vice Kamala la que envíe alguna señal enérgica, pero de ella se comenta que nunca la administración la involucra en temas geopolíticos candentes. Incluso, no se puede dudar que más que tibieza sea prudencia, y que se esté “amarrando” algo grande que sirva de ficha de negociación en Venezuela.