Se está produciendo una combinación explosiva: apagones y tapones en el tránsito, los que si bien siempre han estado ahí al parecer tienen un ingrediente adicional. En el caso de las interrupciones “programadas” del servicio de electricidad, hasta para Abinader constituyen un dolor de cabeza. Sobre los entaponamientos, el Intrant debiera interesarse en los embudos que han creado los interminables trabajos del kilómetro 9 por los carriles expresos que se habilitan para el elevado de la Núñez de Cáceres, oeste-este y viceversa. Apagones y tapones juntos tienen a la gente al garete, irritada, al coger la loma. Es como decir: con candela y puya hasta el diablo suda. Por eso una advertencia que apela a un proverbio bíblico: “Los llamé y me rehusaron. Extendí mi mano y no me hicieron caso”.