Cuando al PLD se le escape de control uno de esos recurrentes y constantes conflictos internos, resultado que no parece estar muy lejos, según van las cosas, terminará como el partido que lo originó, el PRD: dividido y derrotado. Aunque su dirigencia usa y hasta abusa de su supuesta inteligencia para al final ponerse de acuerdo, no hay duda de que los constantes roces, rebatiñas y confrontaciones desgastan y merman las simpatías externas y hasta las internas, pues no todos los dirigentes y militantes están tendenciados. Y la gente empieza a darle otro significado a esas confrontaciones, o a sus motivos. Hasta la belleza cansa, dice un refrán popular. ¡Cuidado si llega sombrero a un cuerpo descabezado!

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