Con esto de los proyectos de reforma por un tubo y siete llaves, por “pipá” dirían en el barrio, parece haberse soltado el loco en el Palacio Nacional. Para más locura y también vergüenza, porque se discutía de manera tripartita desde 2013, la reforma del Código Laboral llega sin el consenso de las dos patas fundamentales de la mesa: los empresarios y los trabajadores, por lo que vale la pregunta: ¿A qué la prisa? Talvez cada proyecto de reforma podría ser acompañado del lema “El país que queremos”, pero no necesariamente el que la sociedad dominicana desea, sino el país que aspiran a moldear los que gobiernan. No debiera el PRM rehuir al consenso, sin el cual ninguna democracia se desarrolla. Nos llevan a la cañona, como caña pa’l ingenio.