La intolerancia no es buena para nada. En la política sus efectos son absolutamente devastadores. Campea colorada como la sangre en las huestes balagueristas. El domingo los dueños de la franquicia anunciaron que cerraron las puertas a los disidentes, los mismos que fueron habilitados por el Tribunal Superior Electoral (TSE). La dirigencia no quiere cerca a nadie que la contradiga. Asume que es atraerse dificultades. Y es que un partido, si bien se fundamenta en la unidad interna, sus dirigentes tienen que saber administrar las diferencias, las contradicciones. Naturalmente, siempre que no sean fundamentales. Como van, la gente del Directorio Presidencial y compartes se quedarán afuera. Nada que estorbe al equipo de Quique Antún.
Nada que estorbe
La intolerancia no es buena para nada. En la política sus efectos son absolutamente devastadores. Campea colorada como la sangre en las huestes balagueristas.