Nadie de “peso” del Gobierno ni “líder” político importante, oficialista u opositor, ha condenado o dicho algo de la barbaridad ocurrida en la Ciudad Colonial, donde se enseñoreó la ausencia de valores positivos. Lo sorprendente es que esos “líderes”, y el propio Gobierno, incentivan ese tipo de conducta. El silencio ante la degradación es porque en esa juventud descarriada ven a posibles votantes. El colmo es que una buena tajada del presupuesto comunicacional estatal fluye en financiamientos a “influencers” y “youtubers”, dizque porque mueven en sus plataformas a 10 millones de personas. Con esa visión nos llevarán al imperio de la vagabundería y del “na e’na”, y darán pábulo a letras como las del tango Cambalache: “…lo mismo un burro que un gran profesor”.