No es frecuente una pieza tan amenazante, agresiva y descalificadora como la del Ministerio Público del domingo, en la que reparte, a diestra y siniestra, graves imputaciones, y advierte de la supuesta existencia de “opinadores” que reciben paga para mentir. No están claros los límites que estaría imponiendo el MP a la libertad de expresión, pero al no ser preciso ni identificar a nadie, embarra a todo el mundo, incluido al que opina de manera objetiva de temas relacionados con sus sonados expedientes. Hay encono y desahogo personal en el comunicado, y excesiva vehemencia, lo que quizá se relacione con que su cruzada moralizadora genera descreimiento y desconfianza en gente que ve la anticorrupción circunscrita a la función pública y a determinado color de la política partidista.