La reacción de Abinader con la fulminante destitución del director de Promipyme es un claro mensaje de que no habrá tolerancia con el mal manejo de los recursos públicos. Si la experiencia de cuando un mandatario va a la reelección es la proclividad a sustituir los intereses generales del país por los del partido en el poder, ahora, con este ejemplo, el que lo haga sabrá a qué atenerse. Lo de Promipyme es abuso de poder e influencia al amparo del cargo. Sorprende que si Abinader no se deja sentir, se hubiera quedado del tamaño que le dio la directora de Ética, cuya tendencia es a morigerar o “subsanar” escándalos en su gobierno, o la del PRM, que miró para otro lado y no se dio por enterado del vergonzoso hecho.