Se ha perdido la tradición que encendía la ilusión de los niños al recibir un regalo de los Reyes Magos, aunque muchos padres conservan la costumbre y ven positivo mantener esa esperanza en sus hijos. En la mente limpia del infante un juguete en sus manos es de ensoñación. Pero hay un pero, y es cuando esa emoción resulta un privilegio al que no acceden niños que viven en vulnerabilidad, cuyos progenitores tienen que confesarles simplemente que los reyes no llegaron. Como en las letras del bolero de Felipe Rodríguez dedicada al día en que los niños hacen de su juguete el más lindo ideal: “Madre los Reyes ya no tienen corazón/ ni un juguetito ya les quieren regalar/ Ya no se acuerdan de los pobres/ qué dolor”.