Quizá sin el despliegue que merecía porque otros temas se llevan los titulares, pero las Reinas del Caribe nos han vuelto a llenar de satisfacción al ganar un boleto directo a las Olimpíadas de París, y reafirman con sus triunfos frente a grandes potencias del voleibol femenino algo que por lo frecuente de sus proezas es casi rutina: que una mayoría del pueblo es capaz de unirse alrededor de eventos en apariencia ajenos a sus vicisitudes y trajinar cotidiano. Incluso, nos aventuramos a decir que solo un dominicano puede entender, pues un extranjero no puede hacerlo, el fervor patriótico con el que disfrutamos a esas muchachas. No es fanatismo ni chauvinismo; es que el nuestro es un pueblo que ama lo suyo y que se aferra con pasión a su terruño.

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