En el último día del año tiene vigencia la expresión de que nos ponemos más viejos, lo que se asocia a que se llega a otro año, aunque la edad se cuenta a partir del día en que nacemos. Esta noche los mayorcitos se ponen nostálgicos y se dedican a evocar, lo que para Amado Nervo es el principal signo de la vejez: empezar a encontrar el ayer mejor que el hoy, lo que tiene lógica porque lo que más recordamos del paso por la vida es lo bueno, lo positivo acontecido. Pero ¡fuera tristeza! La vejez debe ser motivo de orgullo. Según Rousseau es el tiempo de practicar la sabiduría. Y Balzac sentenció: “El viejo es un hombre que ha cenado, y mira a los otros cómo cenan”.