Cada presidente desde el ajusticiamiento de Trujillo hasta la fecha, ha puesto su impronta y casi todos coinciden en poses para parecerse a la gente común, como fue el fallido intento de Abinader con su primer vuelo en clase económica; Bosch prometió brindar mabí en el Palacio en vez de champagne (Abinader prohibió erróneamente el ron), y Guzmán, con su estilo campechano, renegó de los ritos del poder; Jorge Blanco al comienzo hasta la luz roja de los semáforos respetaba. Hipólito fue el más irreverente de todos. Leonel copió mucho del estilo pragmático y flemático de Balaguer, sin cambiar muchas cosas, mientras que Danilo también tuvo algo del “Doctor”, por frío y misterioso, típico de mentes que trabajan despacio, por lo que aparentaba indecisión; pero siempre, o casi siempre, distante.

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