Es el día que muchos niños aguardaron con ilusión a que los reyes magos les visiten, tradición que unos padres defienden por considerar positivo que se mantenga esa esperanza, aunque gana cuerpo la idea de que es mejor decirles la verdad. Hay expertos de la conducta que opinan que en casos necesarios se debe mantener la creencia de que el regalo no proviene de sus progenitores, condicionado a la etapa inicial de sus vidas. En la mente limpia del infante un juguete en sus manos es de ensoñación y no hay por qué estrellarlo con la realidad. Las dudas surgen cuando ese gozo es un privilegio porque está ausente entre los niños que viven en vulnerabilidad, cuyos padres tienen el trance de decirles simplemente que los reyes no llegaron.