Aunque es amplísimo el coro de voces que se alza para solicitar que durante el período navideño no se liberalicen los horarios de expendio de bebidas alcohólicas, se trata de un pleito que siempre se pierde y todo se queda de ese tamaño sin que se le agregue que la permisividad constituye una irresponsabilidad de las autoridades. Es un contrasentido dar rienda suelta a la francachela y al desenfreno, cuando con el mantenimiento de las restricciones vigentes basta y hasta sobra. Iluso el que creyó que esta vez, por algunas señales iniciales y porque no estamos en año electoral, no se procedería en función de beneficiar a particulares y a grupos que se mueven alrededor del negocio del expendio de bebidas soporíferas y de la industria de la “alegría”.