No es una ni son dos las veces que se han creado expectativas de cambios en el tren gubernamental, pero el maquinista sigue de largo. No son pocos los que piensan que una lavadita de cara caería bien a Abinader. No es que se cuestione la calidad de muchos de los actuales funcionarios; tampoco que necesariamente lo hayan hecho mal, sino que tras casi cinco años corridos se percibe un gobierno añejo, envejecido. Cuando un presidente precisa de consejos tiene a quien acudir, pero es probable que no aparezca quien se arriesgue a decirle al actual que todavía está a tiempo de darse cuenta de que la mayoría de sus funcionarios parecen postalitas repetidas y que el país está repleto jóvenes, hombres y mujeres, que pueden aportar a su obra.

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