La lluvia tiene diferentes significados para cada pueblo. En RD es común escuchar: “Si llueve, el sancocho tá’ planeao”, una forma de poner “a mal tiempo buena cara”. Para el habitante citadino la lluvia suele ser un inconveniente que se multiplica en tapones, consecuencia de calles que se inundan, vehículos que se trancan o se sumergen en enormes charcos que se forman por todos lados, más los consabidos apagones que pueden durar días. Si llueve con sol es que “se están casando las brujas” y siempre, con cada lluvia, los dedos acusadores señalan desagües que no funcionan, cañadas repletas de basura y otras causas, en un reparto de culpas que empieza siempre por las autoridades. En el Cibao a la lluvia se la toman con calma: la dejan caer.

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