Lo único que hace sentido de que Kenia se haya propuesto para liderar una fuerza multinacional en Haití es lo que dice, para justificarlo, Alfred N. Mutua, ministro de Relaciones Exteriores: “Kenia apoya a las personas de ascendencia africana en todo el mundo, incluidas las del Caribe”. Después de ahí habría que buscar por otro lado las razones de su gesto, porque ofrecer mil policías poco o mal entrenados no harían la diferencia si nos atenemos a que en algún momento los cascos azules de la ONU en Haití llegaron ser casi 25 mil (más del total de las fuerzas armadas kenianas, de apenas 24,000 efectivos). Son tantas las dificultades de los kenianos, que quizá asistamos a una distracción por sus innúmeros problemas de índole social y político.

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