Como en todo proceso electoral, los mensajes de la oposición suenan apocalípticos y tratan de tocar fibras sensibles del electorado, como que el dinero no alcanza para “las tres calientes”, que el crecimiento económico es bajo y otros problemas más o menos graves. Desde el Gobierno el despliegue muestra un país con estabilidad y crecimiento, con realizaciones “históricas”, y una propaganda abrumadora que, aunque se diga que no, son anuncios de campaña, por más decretos y prohibiciones que haya, porque al fin de cuentas y como todos saben: “hecha la ley, hecha la trampa”. Entre tanto, los electores son “la niña bonita del baile”, a la que todos cortejan, pero la historia es conocida: finalizadas las votaciones, llega el olvido y los ganadores no aparecen ni por los centros espiritistas.

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