Cuántas cosas se dicen y escriben al amparo de las nuevas tecnologías, en las que cada quien cuenta el cuento a su manera o de la que le mandan a que lo cuente. Es posible, con tantas plataformas disponibles, construir escenarios ficticios y sembrar percepciones sobre la base de la falsificación, pero se equivoca el que en el análisis o el debate altere el orden de los hechos concretos, porque la verdad siempre habrá de coincidir con la realidad. No se puede con propaganda o bombardeos en redes sociales, enmascarar los hechos o sustituirlos por otros. Es como construir castillos en el aire. Dos frases: “La verdad bien puede enfermar, pero no morir del todo” (Cervantes). “La verdad se corrompe o con la mentira o con el silencio” (Cicerón).