Mientras el fin de semana es esperado por horas, para descansar, pasear con la familia o compartir con amigos, el despreciable lunes aparece como símbolo del estrés cotidiano, con los tapones, que son la excusa más recurrida para justificar tardanzas, con los pendientes que el viernes anterior recibieron el consabido “déjelo para el lunes”… el martes el estrés no disminuye, sino que se torna soportable por tantos años de convivencia, como la cotidianidad de un matrimonio mal llevado, el miércoles, “el ombligo de la semana”, no es que el estrés baje, pero tiene que competir con planes para el viernes que ya se palpita… esto es así porque el dominicano cada jueves enfrenta al estrés, el viernes lo somete, y el sábado y domingo lo manda al calabozo…