Una tormenta en tiempo de campaña electoral, así cuando ocurren grandes desgracias, como ahora, se presta para que repunte lo que es condición esencial de la política criolla: la dádiva. Una pena que a las grandes masas populares la hayan acostumbrado al “dao”, con el agravante de que no se avizora quién siquiera intente cambiarlo. Como siempre, ha llegado la consabida crítica desde diferentes litorales y de “expertos” de que eso es aprovecharse de la pobreza y de las necesidades de la gente, con lo que se pretende ocultar lo cualitativo: que el clientelismo es consustancial a todos los partidos dominicanos, estén en el poder o en la oposición. La diferencia es que unos lo hacen con disimulo y otros con desenfado, sin descartar a los imprudentes.

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