Es probable que ni los paladines anticorrupción recuerden que hoy es el día dedicado a ese flagelo, ya que están en receso y algunos disfrutan de las mieles del poder. Y cómo van a recordarlo si es un tipo de gente que la practica como una mortificación a personas predeterminadas y que la utiliza como arma para intervenir en política, con lo que se hace un flaco servicio a la noble causa del adecentamiento de la vida pública y cuya consecuencia es que sobreviene el descreimiento y la desconfianza. Un ferviente saludo en su día a esos personeros, principalmente de la sociedad civil, que usan la anticorrupción como instrumento para perseguir a corruptos predilectos, con lo que caricaturizan y reducen este complejo fenómeno social a un simple escarceo.