Por el destape anti haitiano nos imaginamos que si Peña Gómez, que tanto lo sufrió, viviera, su propia gente, litoral desde el que se aporta mucho al actual furor, lo estaría persiguiendo. Pocas veces se ha visto tal potenciación del odio y el distanciamiento entre los dos pueblos, con altos funcionarios que hacen causa común y narigoneados por sectores conservadores y recalcitrantes de la sociedad. Incluso, es tan visceral el asunto, que por una frustrada visita que había anunciado Leonel a Dajabón, le deseaban la muerte y figuras públicas llegaron a insinuar que se le agrediera físicamente, en abierta violación a dos pilares del sistema democrático: libertad de expresión y de tránsito. Alguien con el poder y la autoridad para hacerlo, debiera contribuir a aplacar la ira y el resentimiento.

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