Los cuatro años que median entre la ausencia física del Comandante en Jefe Fidel Castro, ocurrida el 25 de noviembre del 2016 y este aniversario en el 2020, coinciden con la presidencia, auge y caída de Donald Trump, el peor presidente en la historia norteamericana, y marcan el indetenible declive de un sistema y de un liderazgo mundial que agonizan en medio de crisis y contradicciones internas insalvables.
Este ha sido también un tiempo de pandemia, de muerte y desolación entre los seres humanos de todo el planeta, que ya contabiliza más de un millón de víctimas fatales, y que también ha demostrado los graves efectos de la inequidad, el egoísmo, la insolidaridad y las exclusiones de ese mismo sistema capitalista global, muy diestro en desatar guerras, sembrar el consumismo vulgar en la mente de las personas, desinformar, manipular y explotar, destruyendo de paso al medio ambiente, pero incapaz de formular y aplicar políticas globales para enfrentar un peligro que no respeta fronteras.
Luchar contra todos esos fenómenos que han alcanzado una estatura inocultable, y que ponen en peligro la vida futura de todos los pueblos del planeta, fue el motivo principal al que dedicó su vida un luchador indoblegable como lo fue Fidel Castro. Seguir esa lucha, con su pasión, su inteligencia, su visión estratégica y su humanismo, es un deber de los que le sucedemos, y la mejor manera de homenajearlo a cuatro años de su ausencia fìsica, y enfrentando los mismos peligros contra los que combatió y alertó, sin tregua.
La lucha sigue y Fidel sigue entre nosotros. No hay vacilaciones ni descanso. Tenemos el deber sagrado de lograr que la humanidad transite a un estadio superior de fraternidad, justicia, solidaridad y oportunidades para todos.
El Comandante Fidel nos sigue llamando al combate. Honor y gloria eterna a su memoria, su pensamiento, su obra y ejemplo.