Cual guerrero decidido, el presidente del Colegio Médico Dominicano (CMD), don Waldo Ariel Suero, le ha dicho al país que antes de entregar el mando de este gremio impulsará todas las huelgas que sean necesarias, hasta que las autoridades cumplan con las exigencias de esa clase profesional.Este señor está supuesto a cumplir su mandato al frente del CMD hasta el 8 de diciembre próximo, que es cuando entonces asumirá esas mismas funciones el nuevo presidente electo de esta entidad, Wilson Roa.
Ariel Suero dejará atrás un largo rosario de paralizaciones, confrontaciones (tantas veces violentas) y posturas radicales, incluso siendo plenamente consciente de que el presente gobierno ha hecho todo cuanto está a su alcance para mejorar la calidad de vida de los hombres y mujeres responsables de la salud del pueblo dominicano.
Pero a este hombre nada ni nadie parece detenerlo en su afán por demostrar que tiene poder para detener las actividades de atención hospitalaria, cuando quiera y sin importar cuán desastrosas sean las consecuencias para los cientos de miles de usuarios de la red nacional de salud pública.
Esa ha sido siempre la actitud y el comportamiento de Ariel Suero, desde que asumió por vez primera las riendas del CMD, organización que todos respetamos y entendemos los motivos por los que justamente lucha en favor de los médicos.
Los reportes de los medios de comunicación que dan seguimiento a cada jornada de protesta en los hospitales revelan las serias dificultades que afrontan las personas de escasos recursos, cuando llegan a los centros de atención y encuentran a los médicos fuera de sus consultorios.
Jugar de esta forma bellaca con la salud de la gente no tiene ningún tipo de justificación, porque en una sociedad civilizada, abierta y plural como la nuestra no se concibe la tozudez que exhibe este señor en detrimento de los sectores que necesariamente ameritan de atención hospitalaria del sector público.
Sin lugar a dudas, estas acciones se inscriben en el agudo proceso de deshumanización que nos arropa, precisamente de personas que tienen el privilegio de incidir en los demás con sus decisiones y conductas.
Cuando finalmente se haya ido, Ariel Suero debería pasar revista a sus luchas y los métodos abusivos que puso en práctica para lograr los objetivos de su gestión al frente del CMD.
Quizás este ejercicio le permita entonces ver que fueron más los daños causados que las conquistas alcanzadas. Entonces vendrá un mea culpa que, lamentablemente, no servirá para resarcir el impacto nocivo de sus actuaciones.