LAS VEGAS, NEVADA (EE.UU.). La vieja frase que sirve de título al presente artículo es a la que siempre recurren los dirigentes políticos que no logran ser favorecidos por la mayoría en las elecciones que se celebran en República Dominicana para escoger las autoridades que deben dirigir al país.
Ese “derecho al pataleo” lo traigo a colación a propósito del resultado que produjo la gran pelea (violenta y salvaje, como lo advertí en varios de mis trabajos) que el pasado sábado, en la arena del moderno coliseo T-Mobile protagonizaron Saúl “Canelo Alvarez y Gennady Golovkin.
Dos de los jueces dieron ganador al boxeador mexicano al anotar en sus tarjetas 115-113, mientras que un tercer oficial apuntó empate: 114-114. Este periodista vio el combate 115-113, también a favor del nuevo campeón mundial del peso mediano.
Así que por decisión mayoritaria -no dividida como mal informaron algunas crónicas- Canelo se adjudicó la trascendente victoria.
El bravo púgil mexicano, que fue intenso siempre, atacando a Golovkin sin echar para atrás, prácticamente salió airoso por lo efectivo que fue en los dos últimos asaltos.
Castigó sin piedad la anatomía de Golovkin quien, contrario a la pelea anterior (del 16 de septiembre del 2017), se vio algo tímido, peleando a la defensiva y sin trabajar, como es su costumbre, en la pelea adentro, cuerpo a cuerpo.
Golovkin sí se vio efectivo con su izquierda en jab. Conectó una buena cantidad de jabs, aunque también falló golpes en gancho y rectos. Canelo, con el movimiento de su torso y cabeza, hizo que Golovkin no encontrara el blanco.
Los golpes más contundentes, como pasó en la primera pelea, fueron conectados por el mexicano. Golovkin se vio en serios apuros.
Claro ganador
Canelo Álvarez fue el claro ganador, pero los fans de Golovkin y los oráculos y adivinadores del boxeo no reconocen la derrota del kazajo. Eso se llama “derecho al pataleo”.
Pero el propio Golovkin ha declarado que “Canelo Alvarez hizo una gran pelea, pero yo volveré”, mientras que su entrenador, Abel Sánchez, reconoció el triunfo triunfo del mexicano. ¿Y entonces?