En medio de toda la discusión que se ha estado generando en la sociedad dominicana en torno al rechazo o aprobación de las tres causales en el Código Penal, ha salido a la luz una posición de los grupos partidarios del aborto planteando que los cristianos no tenemos derecho a estar inmersos en las discusiones de políticas públicas o decisiones congresuales.
Expresan que el Estado dominicano es laico, y que por eso las iglesias y los cristianos no pueden influir en las políticas públicas.
Están totalmente equivocados. El país dominicano nació teniendo como elemento central la fe y a Dios. Duarte hizo el juramento trinitario en nombre de la “santísima, augustísima e indivisible trinidad de Dios Omnipotente” y le puso como lema “Dios, Patria y Libertad”. Y para coronar la fuerza de la fe en el soporte de la nación, el escudo dominicano es el único del mundo que tiene una Biblia en su centro.
Por todo eso, esos sectores están muy equivocados cuando quieren sacar a los cristianos de la política y de las decisiones del poder. Los cristianos, quienes trabajamos por la fe y hacemos vida permanente en nuestras iglesias, somos también ciudadanos dominicanos con los mismos deberes y derechos que cualquier dirigente o activista de un partido político o de una entidad de la sociedad civil. Nosotros los cristianos, también pagamos impuestos, y muchas veces con más responsabilidad que muchos otros ciudadanos. Nosotros los cristianos, también queremos y trabajamos por una nación que sea más justa, más humana, más solidaria y mucho más entregada a Dios.
A quienes practicamos y somos militantes de la fe, nadie nos puede coartar el derecho a discutir decisiones políticas, acciones gubernamentales o temas congresuales. Tenemos y siempre tendremos, el mismo derecho que cualquier ciudadano para, como individuos y como iglesias, participar de manera activa y militante en todas las discusiones de la sociedad y el poder, con miras a conducir los destinos de la nación por una ruta correcta y de beneficio para todos. No queremos ser útiles para los partidos solamente en campaña electoral, sino también ante las decisiones para dirigir los destinos nacionales.
La Biblia, que es el manual de nuestras vidas, en Romanos 13:1 nos llama a someternos “a las autoridades que gobiernan, porque no hay autoridad sino de Dios, y las que existen, por Dios son constituidas”. Pero también, en Proverbios 28:15, nos exhorta a ser ciudadanos responsables y enfrentar a los malos gobernantes porque “león rugiente y oso agresivo es el gobernante perverso sobre el pueblo pobre”.
Por nuestro compromiso con Dios y con todas sus enseñanzas, es que los cristianos tenemos que jugar un papel de primer orden en todas las acciones de los diferentes estamentos de poder. Por eso estamos desarrollando una amplia y firme campaña en contra de la aprobación de las tres causales, pues quienes defienden esa causa están actuando contrarios a la defensa de la vida y están llamando a que muchas madres cometan crímenes en contra de sus hijos indefensos.
Los cristianos defendemos la vida, el amor y la solidaridad. Y como ciudadanos dominicanos, tenemos todo el derecho de hacer protestas e influir para que se gobierne respetando la Constitución y las leyes. Para evitar que la cultura de la muerte, a través del aborto, se convierta en una política pública aprobada por el Congreso Nacional.