Son pocas las noticias económicas que han podido destacar en las semanas recientes. En parte esto se ha debido a la agitación política que ha vivido el país. Es por ello por lo que vale la pena hacer un repaso rápido de algunos de los elementos más destacados de la coyuntura, sin que la rapidez evite discutirlos un poco más a fondo o buscar la perspectiva. En este artículo opto por destacar seis elementos.
Desaceleración del crecimiento: ¿cuánto?
El primero, uno de los pocos que se ha conocido y debatido, ha sido el de la desaceleración del crecimiento. Hace unos pocos días el Banco publicó las cifras del Indicador Mensual de Actividad Económica (IMAE) para los meses de abril y mayo, y éstas confirmaron los temores. El IMAE es una buena aproximación al comportamiento mensual del PIB.
Para el mes de abril el crecimiento del IMAE fue bajo, apenas 3.3%. Esto es menos de la mitad del crecimiento medio mensual observado en 2018, y más de un 40% de lo observado en el primer trimestre de 2019. En comparación, el crecimiento de abril del año pasado fue de 7.4%. Vista esas cifras, no debe sorprender la rápida y oportuna reacción de las autoridades monetarias. Sin embargo, las cifras de mayo parecen mostrar una recuperación del crecimiento. El IMAE de ese mes fue de 5.3%, mucho más en línea con el observado durante el primer trimestre.
Muchos piensan que el menor ritmo de crecimiento de los meses recientes tuvo que ver con la incertidumbre política que ha prevalecido. Esa es una hipótesis muy razonable, considerando que, en los últimos años, la inversión ha sido el factor de demanda más dinámico que ha tenido la economía, seguido del consumo privado. Sería previsible, por lo tanto, que, despejándose en parte el escenario político, la inversión se acelere, recuperando al menos una parte del ritmo perdido.
El empleo retrocede
Contrario a lo que ha venido sucediendo a lo largo de los últimos años, en los que los indicadores de empleo han mejorado en un contexto de alto crecimiento económico, los datos de empleo del primer trimestre son poco halagadores. De los cuatro indicadores de desocupación disponible, en dos de ellos, ésta subió respecto al primer trimestre de 2018, en otro se mantuvo estancada y en el cuarto declinó.
En comparación con el último trimestre del año pasado, los indicadores de desempleo del primer trimestre de 2019 también muestran un panorama menos que satisfactorio. En dos de los indicadores, el desempleo subió, en uno se mantuvo estable y en otro declinó. No obstante, hay que señalar que, en todos los casos, los cambios, positivos o negativos, fueron pequeños, lo cual es esperable tratándose de períodos de tiempo corto.
Las recaudaciones y el gasto mantienen un buen ritmo
Los datos la DGII sobre recaudaciones fiscales, los cuales están disponibles hasta junio, muestran que éstas han crecido a muy buen ritmo. Lo hicieron en 10.2% comparado con el primer semestre de 2018, y si sólo se toma en cuenta los llamados “ingresos recurrentes”, esto es, descontando del total de ingresos los extraordinarios, las recaudaciones crecieron en 13.7%. Los ingresos por impuestos al consumo, que reflejan más directamente la actividad económica inmediata, crecieron en 10.3%. Igualmente, los ingresos tributarios de abril y mayo, en los que la desaceleración fue más evidente, no parecen haberse resentido. Crecieron en 13% comparado con esos mismos dos meses de 2018.
También el gasto total y la inversión pública han mantenido buen ritmo. Hasta mayo, los datos de la Dirección General de Presupuesto indican que el gasto total fue equivalente casi el 37% de lo presupuestado, y la inversión al 34%, lo cual es usual a esa fecha.
La inflación sigue muy baja y el tipo de cambio muy estable
Hasta junio, la inflación se mantenía en niveles muy bajos. La inflación acumulada entre enero y junio fue de 1.17%. En mayo y junio fue negativa. Eso significa que el nivel medio de precios se redujo ligeramente. Si el ritmo observado entre enero y junio se mantuviese hasta el final del año, la inflación en 2019 terminaría siendo menor a 2.5%, 1.5 puntos porcentuales por debajo de la meta que es 4%. Si el ritmo que lleva la inflación fuese el mismo que se ha observado en los últimos 12 meses, la inflación de 2019 sería aún más baja.
No obstante, sigue pendiente que las autoridades expliquen por qué, en cuatro de los últimos seis años, la inflación ha sido muy inferior a la meta que se autoimpuso el Banco Central, y por qué han optado por mantener la liquidez más restringida de lo necesario. Sabemos que eso tiene un costo: más deuda del Banco Central. Si los bajos precios del petróleo y de otros productos básicos ayudaron a mantener baja la inflación, ¿por qué no se aprovechó la ocasión para tener una política monetaria más laxa y que implique menos deuda para el Banco? No son pocos quienes piensan que eso ha sido así porque el objetivo real no ha sido la inflación sino el tipo de cambio.
Desde hace años las autoridades monetarias tienen una deuda pendiente con la sociedad: la de sostener una discusión franca y abierta sobre este tema con la academia, el sector privado y otros actores sociales.
A propósito del tipo de cambio, éste se ha mantenido muy estable a lo largo del semestre. Entre enero y mayo, el tipo de cambio para la venta en las entidades financieras pasó desde 50.53 pesos por dólar hasta 50.56. En junio se observó una aceleración de la devaluación, pero apenas para saltar hasta 50.73. La devaluación acumulada a lo largo del semestre fue de apenas 0.67%. Si sigue a ese ritmo, terminará siendo de menos de 1.4% en todo el año. Esa devaluación sería el equivalente a sólo un tercio de la devaluación promedio anual observada entre 2011 y 2018.
La inversión extranjera y las remesas crecen
Según datos del Banco Central, en el primer trimestre de 2019, el monto total de la inversión extranjera directa alcanzó 805 millones de dólares. Es un monto notable, considerando que el año pasado, la inversión total fue de algo más de 2,500 millones. Casi el 30% fue al turismo, el 18% a telecomunicaciones, menos del 16% al sector inmobiliario y el 12.5% en el sector comercio y la industria.
Desafortunadamente, los datos que se publican no precisan si las inversiones fueron “greenfield”, es decir, nuevas inversiones que acrecientan las capacidades productivas, o “brownfield”, que consiste en compras de activos existentes, las cuales, en lo inmediato, no hacen diferencia alguna excepto los impuestos por ganancia de capital que se puedan derivar.
Los datos disponibles hasta abril indican que las remesas acrecentaron su ritmo de crecimiento. Eso es consistente con el hecho de que la economía estadounidense sigue creciendo a un ritmo respetable. Las remesas recibidas entre enero y abril sumaron 2,280 millones comparado con 2,089 millones entre enero y abril de 2018. Esto hace un promedio mensual de ingresos de 570 millones comparado con 541 millones el año pasado.
Exportaciones y turismo pierden fuerza
Es conocido que las exportaciones retornaron a su tradicionalmente bajo ritmo de crecimiento. La noticia de la coyuntura es más bien en junio el arribo de turistas cayó. En ese mes, llegaron unos 12,500 turistas menos que en junio de 2018. Eso es algo muy inusual porque el número de arribos venía creciendo. Ese cambio tuvo necesariamente que ver con las informaciones negativas sobre el turismo en el país en medios de prensa a nivel internacional.
Pero ¿quiénes dejaron de venir? Una revisión de las cifras indica tres cosas. Primero que los arribos desde Canadá, Suramérica y Europa venían cayendo de forma sostenida en 2019 comparado con 2018. En casi todos los meses de 2019, los arribos fueron menores a esos mismos meses de 2018, y en el caso de Europa, la caída viene desde el segundo trimestre de 2018. Segundo, el crecimiento de los arribos desde Estados Unidos más que compensó esas caídas, haciendo que el número total de llegadas continuara subiendo.
Tercero, en junio, las llegadas desde Estados Unidos también aumentaron, pero lo hicieron muchísimo menos que en el pasado. Entre enero y mayo, los arribos de Estados Unidos crecieron, en promedio, en más de 21 mil por mes. En junio, el crecimiento fue de menos de 5 mil, algo muy insuficiente para compensar la caída de llegadas desde Canadá, América Latina y Europa. Más aún, en junio, la caída desde esos orígenes fue aún más pronunciada que en el pasado. Dejaron de venir más de 22 mil turistas, comparado con junio de 2018.
En síntesis, se confirma que la economía está creciendo menos, aunque debería de observarse alguna recuperación en los próximos meses, el empleo se ha resentido, la inflación y la devaluación han sido muy bajas, cosa que no es necesariamente buena, los ingresos tributarios continúan creciendo muy bien y la inversión pública mantiene buen ritmo, la inversión extranjera y las remesas continúan a buen ritmo, pero el turismo, a pesar de haber crecido en los últimos meses, en junio sufrió un retroceso evidente, y se espera que sea mayor en julio y agosto.