Señor director. En algún momento las futuras generaciones pasan factura al devenir del quehacer de la humanidad en el tiempo. Cada época tiene sus encantos y desencantos, su comedimiento y desenfreno, su valentía y cobardía, su cordura y locura… Hacer juicios y conjeturas es una cualidad humana común y amaestrada por la sociedad y las circunstancias. Llueven las preguntas sin respuestas, lo inexplicable de la sinrazón y el por qué seguimos permitiendo que sucedan cosas que a simple vista se pudieron impedir.
Locura colectiva pareciera ser la mejor y única respuesta para explicar lo inexplicable. Pero todos sabemos que la respuesta no es esa. La vida nos va envolviendo, atrapando, amordazando, convenciendo…, y convirtiéndonos en verdugos que se hacen y se creen las víctimas. Tenemos nuestra cuota de permisividad, tolerancia o indiferencia ante las pequeñas faltas que se van acumulando y creciendo, y tenemos nuestra cuota de responsabilidad ante las grandes atrocidades sociales y mundiales, que dé inicio eran enormes e inaceptables, pero increíblemente sucedieron.
Tal vez sea cierto eso de que seguir adelante sea la única solución, quizás no tuvimos que ver con la masacre a los judíos, pero en la masacre del planeta, todos hemos tenido que ver en cada una de nuestras vidas. Hemos afectado perniciosamente el ecosistema, muchas veces sin importarnos, y otras sin siquiera enterarnos que lo hicimos.
¿Cuántos bichos hemos matado, cuanta basura innecesaria producimos a diario, y cuantas decisiones erradas llevamos en esta vida? Si, cada muerte inesperada, cada inconsciencia y cada decisión equivocada, desequilibran el planeta y al universo. Esto implica llenar un hueco que no se tenía estipulado, correr un riesgo que pudo ser evitado, y solventar equívocos que debieron ser atinados. Cada crimen, descaro y error se paga, y hemos cometido tantos con nuestro hábitat.
La locura colectiva es un mal que nos ha afectado en cada generación, aceptar que no tenemos responsabilidad en la masacre de este bello hábitat, es lo mismo que estar afectados de locura colectiva para justificar lo injustificable. Basta ya de hacernos los indiferentes, el orden empieza en casa, no lo olvidemos.
Hace años hay un S.O.S terrestre, somos los depredadores y responsables número uno, pero que también somos los damnificados y víctimas de este despiadado genocidio que de alguna manera hemos empezado y no hemos sabido o querido detener.
¿Será locura colectiva o indiferencia y egoísmo generalizado?
O tal vez sea parálisis colectiva o adoctrinamiento total, las palabras no bastan para encontrar respuesta a tantos abusos e irracionalidad, y las consecuencias saltan a la vista y sobrepasan los límites de entendimiento general. La realidad encuentra sentido en la fantasía que refleja.
Somos dueños de crear lo que deseamos, el universo se alía a nosotros para hacerlo realidad. Así como tenemos deseos individuales, inofensivos o ponzoñosos, así mismo podemos tener deseos colectivos, altruistas o destructivos, el universo solo lee nuestro interior y ejecuta. Por eso, tratemos de pensar y actuar de manera inofensiva y altruista, a la corta y a la larga, la humanidad, el planeta, el universo, y la vida lo agradecerán.
Idalia Harolina Payano Tolentino
Ciudadana