Señor director:
Así dijo, días antes del 17 de marzo de 1975, el difunto presidente Joaquín Balaguer cuando terminó de leer un artículo en la columna “Microscopio” publicada por el diario El Nacional bajo la firma del periodista Orlando Martínez.
Con esta expresión, Balaguer ordena silenciar la pluma del incisivo comunicador y lo consigue aquel 17 de marzo de 1975 cuando el ex director de la revista Ahora cae abatido a tiros en la avenida José Contreras, en la zona universitaria.
Balaguer toma esa decisión, entre otras cosas, porque le molestaban las punzantes críticas que Orlando formulaba a través de su columna “Microscopio” a su forma neo trujillista de gobernar heredada de su experiencia de 31 años al lado del chacal de San Cristóbal (Trujillo).
Ese crimen de Estado fue perpetrado por una banda de facinerosos compuesta por civiles y militares al servicio del terror impuesto por Balaguer en sus 12 años de gobierno y era encabezada por el mayor de la Fuerza Aérea, Joaquín Pou Castro, el general Salvador Lluberes Montás, Rafael Lluberes Ricart, entre otros.
Esos fueron los autores materiales de ese asesinato, pero ¿y el autor (es) intelectual (es) del mismo? Sobre ese apartado nada se ha dicho, solo se sospecha. Quien podía arrojar luz, calló para siempre quizás porque no tenía de donde agarrar para testificar y en su lugar delegó en uno de sus acólitos para que diera los detalles esenciales del crimen del que tenía conocimiento, para lo cual dejó una página en blanco en su libro “Memorias de un Cortesano en la Era de Trujillo”.
Se cumplirán 44 años de ese crimen que conmovió la sociedad, y el designado por Balaguer parece que ya lo acompaña. Si es así, quizás nunca se sabrá quién orquestó el macabro plan.
El refrán que dice “El que calla otorga” hace referencia a aquellos que prefieren callar que hablar a su favor en un asunto que les compete, con lo cual acaban por dar su consentimiento tácito ante lo dicho por los demás. ¡Juzgue usted!
José Medina Fleury
Ciudadano
Sueños perdidos
Señor director: Marianne Faithful, “se dio cuenta de que nunca pasaría por París en un automóvil deportivo con el cálido viento en su cabello”. El sueño de su juventud fue frustrado por la realidad.
Para mí fue ‘no voy a caminar sobre la luna’. Como un niño que creció en los años 60, el programa espacial de la NASA y el aterrizaje en la luna ofrecieron la promesa de explorar el espacio para todos y viajar a otros planetas. Cincuenta años después, no ha sucedido y para mí probablemente no sucederá.
El final de cada año trae otra resolución: perder peso y una revisión de la resolución del año pasado, perder peso y, de nuevo, la realidad interfiere con la intención.
¿Qué debemos hacer todos: reducir nuestras expectativas y casi lograrlas o apuntar alto y buscar lo mejor? El mundo necesita que más personas apunten a lo que todos pensamos que no pueden hacer, ya que unos pocos lo lograrán y el mundo será mejor por sus esfuerzos.
Dennis Fitzgerald
Ciudadano
