Señor director. Hace unos años atrás, la comunicación era algo que se hacia muy difícil, en parte por lo complicada que se volvió la vida, y por lo mucho que abarcamos o queremos abarcar.
A principios del siglo 20, la comunicación cercana (verbal) era muy buena, o sea, entre familiares, amigos y vecinos, la distante era muy lenta pero existía, y ese esperar al cartero o ir a la ciudad a recibir o poner un telegrama, era mas que un tedio, una alegría. Ahora es todo lo contrario, la cercana es pésima y la distante es lo máximo.
Si nos vamos más lejos, cuando el tipo de comunicación escrita apenas si existía, era mas bien verbal y muy limitada, aun así, había mayor entendimiento que hoy día. Un gesto, una mirada, alguna seña, decía mas que dos o tres palabras… Pero por encima de todo esto, existe un lenguaje capaz de atravesar todas las fronteras, es el lenguaje del amor, mas que verbal, elocuentemente silencioso.
Una sonrisa no conoce de idiomas. Un gesto amable no necesita traducción. Un beso o un abrazo es un lenguaje universal. Practicando este tipo de comunicación no tendremos problemas de incomprensión.
Pero pensarán que esto solo lo podemos practicar si estamos en contacto físico con las personas, y que a distancia, este tipo de comunicación tan fluida y eficaz, resulta imposible.
La buena noticia es que podemos hacer llegar esas sensaciones que produce este lenguaje del amor, y a una velocidad increíble; casi simultáneamente al momento en que las transmitimos llegan, pero el receptor debe estar en sintonía para recibirlas, o más bien, percibirlas, porque de que llegan, llegan, solo es cuestión de saberlas enviar y de estar abiertos y poderlas captar.
Antes de que el hombre conociera los idiomas, ya existía un tipo de comunicación cercana y a distancia, muy fluida y altamente efectiva, la comunicación telepática, que funciona igual que lo hacen las ondas sonoras de radio, televisión, internet…, por emisión de corrientes eléctricas y electromagnéticas, por ondas de energía a través del pensamiento.
La telepatía es una facultad de lenguaje que todos poseemos, pero muy pocos desarrollan, y “aparentemente” cada día se hace menos necesaria, debido a la gran red de comunicación de la que gozamos actualmente y a su eficiencia y velocidad de transmisión. Pero para eso necesitamos indispensablemente el internet y un artefacto electrónico, la telepatía no necesita nada externo para hacerse efectiva.
Podemos desarrollar nuestra habilidad telepática y dejar de tanto hablar y hacer ruidos, eso nos distrae de la verdadera transmisión de pensamientos, ideas, sensaciones y emociones…, de la verdadera comunicación energética que existe entre las células humanas, animales, vegetales y minerales, todas se comunican entre sí a pesar de estar bloqueados al amor. Para hacerlo es menester dejar a un lado nuestra acelerada vida y detenernos más en los detalles, prestar más atención a todo y a todos, conectarnos con la esencia de la vida, la divinidad y maravilla que somos. Relacionarnos afectuosamente y con respeto, conservando el equilibrio interior y exterior, estando abiertos al amor.
Idalia Harolina Payano Tolentino
COLABORADORA