Nos agita la atención la respuesta del cuerpo del orden ciudadano hacia los centros de ocio nocturno, con muy marcado interés por parte de este organismo de bares y discotecas en diferentes partes del país, aunque más notorio en los centros del Distrito Nacional.
Según las denuncias que hemos conocido entre mitad de diciembre del año pasado y principios de enero del corriente la Policía mantuvo a propietarios, empleados y visitantes de centros de diversión nocturna “al grito” en las horas previas al cierre de esos establecimientos. Inclusive, días atrás vimos como el propio general Eduardo Then, director de la Policía, encabezaba un operativo de ´´supervisión y rastreo´´ en discotecas de Santo Domingo Este y el Distrito, suerte que no han corrido los restaurantes donde también se come, se bebe y se habla sin protocolo más que desafección de manos, y colocación de mascarilla hasta que ocupe una mesa y empiece el consumo.

Lo que hemos visto a través de algunos videos y testimonios recibidos indican que el organismo del orden se presenta a un bar o discoteca irrumpiendo abruptamente en los centros, “apagan la fiesta” y, según algunos propietarios allanando el lugar e incautando recursos y objetos, todo sin la orden de un fiscal.

¿Qué pretenden las autoridades con estas acciones? Entendemos que proteger a la población de la propagación de los diferentes virus circulantes. Sin embargo, buscar en una discoteca o bar protocolos de higiene y cuidados preventivos es como buscar peces secos en el mar.

No se me ocurre pensar que mientras las personas comen, ingieren alcohol y disfrutan, utilizarían mascarillas, distanciamiento, se lavarían las manos constantemente y respetarían el uso de objetos desechables, por lo que supervisar las medidas de cuidado prescritas por organismos nacionales e internacionales de salud dentro de una discoteca, bar o restaurant es incoherente a menos que existan normas claras que para este tipo de negocios en tiempos de pandemia.

O, quizás sería propicio volver a clausurarlos hasta mejorar la condición sanitaria. Lo que no debe persistir es el manejo a estos negocios con el irrespeto y atropello que vemos públicamente y que objetan sus dolientes.

El ocio nocturno es una importante actividad económica que representó junto con los hoteles solo en 2018 el 6.8% del PIB; genera más de 340 mil puestos de trabajo y el año pasado su dinamismo registró un aumento de 38.9% según datos del Banco Central.

Por supuesto, señor director, una actividad tan fuerte para un país sino está bien representada y organizada para demandar respetos a su dignidad comercial y jurídica le seguirán apagando las fiestas.
Isis Álvarez
Periodista

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