A lo largo de la historia diferentes gobiernos han usado la repetición de una idea única (y la violencia por supuesto) para lavar el cerebro de sus súbditos y callar voces disidentes.
Hitler, por ejemplo, logró que la mayoría del pueblo alemán creyera que los judíos eran los culpables de su pobreza. Mao, en China, logró que algunos mataran hasta a sus propios familiares por “amor a la patria”. Y los comunistas rusos, que el pueblo creyera que debía vivir por y para el Estado. A pura propaganda, y torturando y matando lo lograron.
En la época que vivimos, ya no se necesita “tanto” la violencia. Las redes bastan. Porque se han convertido en ametralladoras de insultos y represalias contra todo aquel que ose cuestionar lo que se pretende imponer.
Y como las élites de poder están conscientes de que la mayoría de la gente prefiere negar lo evidente, y hasta ir en contra de sus principios, con tal de no ser rechazada, las utilizan para llevar al ciudadano a donde les conviene.
Entonces llevan a la gente a repetir lo mismo y a obedecer de manera sumisa “porque lo dicen los expertos” o “porque la mayoría no puede estar equivocada” o “porque no quiero que me insulten”.
Y así lograron, por ejemplo, que la gente cerrara sus negocios, se trancara y se pusiera un experimento anti covid (por un virus con una bajísima tasa de letalidad). Y que creyera genuinamente que todo esto era “por su bien”.
También han logrado que en las escuelas se enseñe menos matemáticas, menos ciencia, menos gramática, y que se modifiquen los libros de historia…para adoctrinar a favor de la ideología de género, el cambio climático, la inclusión, el feminismo…y otras boberías improductivas.
Pronto lograrán que solo podamos salir un día sí y otro no…y que renunciemos a nuestro automóvil…para no contaminar el planeta.
El poder solo tiene que aliarse a quienes alimentan esas redes (medios de comunicación, fundaciones, instituciones académicas…) que también quieren su cuota de poder (y se venden).
Periódicos y universidades dejaron de ser hace tiempo centros para la libre expresión para convertirse en adoctrinadores. Y el que se atreva a ser independiente es linchado y ridiculizado. Puede incluso perder su trabajo…
A estos cómplices se unen otros…con menos conocimiento pero que quieren ser cool y estar “en la onda” (influencers, fashionistas, actores y deportistas…).
Y por último está la masa consumidora de información….que sin cuestionar mucho…cree, repite y acepta. Sin argumentos racionales, se limita a insultar como la han enseñado….con los términos de sexista, homofòbico, fascista, insensible, islamofóbico…a todo aquel que quiera desafiar al “único pensamiento permitido”.
El economista Jano García la llama “rebaño”….ese grupo de ciudadanos que en vez de estar alarmados por su pérdida de libertad para expresarse y luchando por recuperarla….está en total apatía…y haciendo bailecitos en tik tok. l